1. Dulce y amarga amistad (13 y último)


    Fecha: 26/12/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... en la ducha, el sol entraba por la ventana y tenía que hacer buen día, estábamos a primeros de Septiembre y los días seguían con temperaturas fuera de lo normal y con mucho calor. Un polo blanco, un pantalón corto, unos tenis y el slip, era más que suficiente ropa.
    
    Bajé atropellado y pasé por la cocina, Joaquina limpiaba los cristales y se volvió al escucharme entrar.
    
    -Lo siento, no he podido recoger la habitación, tengo mucha prisa.
    
    -Ya lo veo, llevas los cordones de las zapatillas sin atar y te vas a tropezar si los pisas. ¿No vas a desayunar?
    
    -No tengo tiempo, no tengo tiempo. -Repetía constantemente a la vez que me ataba los cordones.
    
    Cogí el coche para tardar menos, si tenía prisa para darme las malas noticias que fuera cuanto antes. Traspasé la puerta del jardín y vi a Draco que caminaba hacía mi, el no tenía prisa como su dueño, él ya era viejo, y sabio, y no necesitaba correr, sabía que llegaría con tiempo para que le rascara tras las orejas e intentar ponerme las patas delanteras en el pecho.
    
    -¡Jesús! Si que te has dado prisa por una vez. Sígueme, y tu no metas, ruido no quiero que Natalia se entere de que Jesús ha venido. -Le hablaba al perro como si le entendiera y posiblemente lo hiciera porque nos seguía sin ladrar ni meter ruido, lento y con su paso cansino por el calor.
    
    Solamente me había dirigido una mirada superficial, tampoco estaba reguapo, ni tenía antenas en la cabeza para que se asombrara ante mi, yo si que le miraba andar delante de ...
    ... mis ojos precediéndome, con sus hombros anchos cubiertos por una camisa azul de mangas subidas hasta el codo y suelta por encima del pantalón, también podía admirar ese culo respingón, grande y soberbio que se movía ante mis ojos, metido en el apretado pantalón de tela vaquera, verde pálido, que a duras penas lo podía contener, parece que continuaba creciendo y la ropa se le quedaba pequeña.
    
    La ventana de la sala de música estaba abierta, volaban las notas que salían del piano, huyendo para perderse en las coloridas flores del jardín. “Thaïs” de Massenet se escuchaba nítidamente para ayudar al sol a hacer más “alegre” la mañana. Sin darme cuenta dejé que saliera un suspiro de mi pecho y Álvaro se volvió colocando un dedo en sus labios para que no metiera ruido.
    
    Nos alejábamos hacia el rincón del, casi seguro, centenario tejo, caminaba con rapidez ahora y no podía apartar la mirada de su andar casi felino no obstante su gran figura. Nos detuvimos ante los columpios y me senté en uno de ellos, él se situó a mis espaldas y comenzó a impulsarme, primero suave y luego con fuerza haciendo que volara hacia las ramas más bajas, podía ver las ventanas de la primera planta de la casa, lentamente fue dejando de impulsarme hasta que detuvo el columpio y colocó las manos sobre mis hombros, me estaba haciendo sufrir con su tardanza en hablar y llevó la mano derecha a mi boca, me abrió los labios y metió los dedos, los sacó cuando estaban húmedos e introdujo la mano por el cuello del ...
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