1. En casa de Víctor 1 – Amigos con derechos


    Fecha: 28/12/2017, Categorías: Gays Autor: SantiagoRodriguez, Fuente: SexoSinTabues

    Tenía yo aproximadamente 19 años; era guapo, atlético, estatura promedio, piel blanca y cabello castaño claro, relativamente velludo. Bueno, sigo siendo todo eso, je je, pero este relato se centra en algo que me sucedió a esa edad. Yo tenía un “amigo con derechos”; se llamaba Víctor, él tendría unos 35 años y era de ascendencia italiana. Bastante más alto, delgado y velludo que yo. Era pelirrojo, de ojos verdes y tenía un cierto mote italiano, pues pasaba parte del año en Nápoles y otra parte aquí, en Lima. Y una de las cosas que más me llamaba la atención era su pene, el más grande que yo haya visto hasta hoy: colorado, cabezón, muy grueso y muy largo (nunca lo he medido pero de hecho tiene mucho más de 20 centímetros), adornado por una mata de vello público rojo y dos testículos también grandes, para hacer juego con la verga. Nos llamábamos de vez en cuando y terminábamos teniendo sexo en algún hotel o en su casa. Esa vez tocó en su casa. Fui e hicimos lo usual: conversar, tomar un trago y de ahí empezar a besarnos en su sofá, primero en la boca, después él recorrió mi cuello con su lengua hasta llegar a mi oreja y empezar a morderla, al mismo tiempo que pellizcaba mis tetillas; yo, en correspondencia, gemía y le agarraba el paquete para sentir cómo iba creciendo esa verga gigante que, valgan verdades, hasta ahora no entiendo cómo me entraba por completo sin dolerme tanto. Víctor me quitó el polo y empezó a lamerme y morderme las tetillas; qué rica se sentía su lengua ...
    ... jugando con mis pezones mientras me desabotonaba el pantalón y me lo bajaba, para alcanzar mi trasero con sus enormes manos hasta meter un dedo, luego otro, luego dos más pero de la otra mano y de ahí proceder a abrirme el hoyito, preparándome para lo que vendría. Esa vez no me dejó ni chupársela. En cuanto terminó de quitarme el pantalón y la ropa interior levantó mis piernas y las puso sobre sus hombros, y luego de escupir sobre mi esfínter y ensalivarse la cabeza de la verga, me la introdujo con cuidado pero firmemente. No tardó mucho en alojar por completo su pene erecto como un mástil y a darme un mete y saca constante, mientras me miraba a los ojos y me decía cosas como “qué rico que eres”, “me gustas mucho”, “qué rico culito me estoy comiendo”. Yo gritaba más o menos fuerte porque si bien es cierto que Víctor era un maestro metiendo su enorme verga en mi culo, eso no quiere decir que una vez adentro yo no sintiera incomodidad, especialmente porque sentía como si me empujara algo cada vez que me embestía. Víctor empezó a aumentar la velocidad de la cachada, que ahora se estaba volviendo más intensa y fuerte, mientras me mordía el cuello, las tetillas y la oreja, y con sus manos amasaba mis nalgas. Yo estaba completamente loco de placer y solo atinaba a pedir que me diera más y más fuerte, cosa que él obedecía… hasta que ya no dio más y con un grito que parecía el rugido de un león, cerró los ojos con fuerza, me dio un último envión de verga y empezó a vaciarse dentro de mi ...
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