1. La reeducación de Areana (25)


    Fecha: 05/01/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... el medio y empezó un bombeo veloz al par que besaba la cara y las tetas de la niña, intercalando algunos mordiscos que provocaban en Areana gemidos de dolor. Entre besos y mordiscos la llamaba puta del infierno y en un arranque de furor originado en su propia derrota como sierva de Dios la escupió en la cara. Areana ardía por la penetración de esos dedos y por el tratamiento al que estaba siendo sometida. No quiso ni siquiera limpiarse el escupitajo que, por lo humillante, aumentaba su excitación. La profesora no atinaba a jugar con su clítoris y entonces lo hizo ella con el pulgar de su mano derecha.
    
    -¡Haceme lo que te hago! –le exigió de pronto su violadora y entonces Areana se ladeó un poco hacia ella y le introdujo dos de sus dedos en la concha, rodeada de una espesa pelambre. Con su pulgar se puso a estimular el clítoris, que notó inflamadísimo y entonces la Godínez se deshizo en un suspiro largo y ronco. Ambas alcanzaron el orgasmo poco después, con diferencia de algunos pocos segundos. Tardaron bastante en recuperarse y la profesora, cuando pudo hablar con su respiración ya normalizada, dijo mientras se ponía de pie:
    
    -Debés estar contenta, ¿eh, sierva del Diablo? –y comenzó a vestirse.
    
    Areana no estaba contenta sino que sentía culpa por haber tenido sexo sin la autorización de su Ama y en verdad deseaba que ella la castigara y así liberarse de ese sentimiento.
    
    -Vestite, puta. ¡Vamos, vestite! –la apremió la profesora y entonces se puso de pie con algún ...
    ... esfuerzo. Minutos después ambas abandonaban la sala de profesores y una vez en la calle la Godínez, que no había dejado de santiguarse en todo el trayecto la tomó de un brazo y le dijo como mordiendo cada palabra:
    
    -Olvidate de lo que pasó, Kauffman. ¿Está claro? Y si volvés a masturbarte en el aula o hacés alguna otra chanchada pido tu expulsión, así que ya sabés.
    
    -Sí… Sí, señora… -murmuró Areana cuando ya la profesora se alejaba y la niña no podía evitar que su mirada se fuera tras esas nalgas casi enormes.
    
    …………….
    
    Minutos después, ya en la casa, le contó a Milena lo ocurrido y le habló de la culpa que la agobiaba, como catarsis preparatoria de la confesión a su Ama.
    
    -Sos muy puta… Muy perra en celo. Contame cómo es físicamente esa profesora. –ordenó Milena ganada por el morbo y mucho más cuando supo que la Godínez era una mujer madura, de porte imponente, anchas caderas, buenas piernas y gran culo.
    
    -Ahora llamala a la señora Amalia y contale lo que hiciste, pendeja de mierda. –le ordenó la asistente tratando de ocultar la calentura que sentía por el relato de la esclavita y al imaginarla en manos de semejante mujerona. Eso fue lo que hizo Areana, llamar a Amalia y contarle, con voz temblorosa, todo lo ocurrido. Al finalizar, le rogó perdón, sinceramente compungida y culposa por su debilidad.
    
    -Me gusta tu actitud, perrita. –le dijo el Ama. –Me gusta que sientas culpa por haber cogido sin mi permiso porque eso indica tu conciencia de mi autoridad absoluta ...