La terraza del bar
Fecha: 06/01/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Josecuck, Fuente: CuentoRelatos
Era viernes por la noche y mi “A” llegaba en el autobús, ambos habíamos tenido una semana sin complicaciones y yo estaba ansioso por verla, abrazarla y estar con ella.
Como de costumbre, ella llegó en bus desde su preciosa ciudad costera y yo fui a recogerla, hacía una temperatura de primavera espléndida, así que en vez de con el coche fui andando a esperar que llegara. Cuando por fin llegó su autobús y se bajó nos fundimos en un fuerte abrazo y nos besamos con ansiedad, ella traía unos leggins así que al tocarla pude sentir perfectamente su culo redondito y me puse a cien. Cogí su maleta y decidimos ir dando un paseo a mi casa para dejar la maleta y que fuera al baño después del viaje que había realizado, para salir a la calle tranquilos a tomar unas cervezas y cenar y disfrutar de la maravillosa noche que hacía.
Cuando llegamos a la casa se fue directamente al servicio y al bajarse los leggins y las bragas me dijo que me acercara y le tocara el coño, yo sin pensarlo lo hice y noté que lo tenía completamente mojado y lubricado, lo que me dio tal subidón que me la quería follar en el acto, pero ella me apartó con una sonrisa malévola, sabiendo cómo me había puesto, y me dijo que quería ir a cenar primero y que le divertía mucho tenerme loco. Así que se sentó a orinar y después de hacerlo yo también nos fuimos a la calle.
Iba muy guapa, con una blusita blanca ceñida que le marcaba los pechos y destacaba su pelazo negro ensortijado, que junto a los leggins negros lucía ...
... completamente su cuerpo, es alta, esbelta y delgadita, a la vez que con curvas, una mujer madura y sexi. Nos dispusimos a pasear y buscar un bar donde sentarnos en una terraza, lo que nos costó bastante, hasta que tuvimos la suerte de encontrar uno donde una familia se estaba levantando de una mesa e inmediatamente nos sentamos nosotros. El camarero tardó un poco en atendernos y nos pedimos dos cervezas y unas tapas.
Relajados aunque llenos de tensión sexual y disfrutando de nuestra compañía nos dimos cuenta de que en la mesa de al lado había dos hombres que nos estaban llamando la atención, les pregunté que querían y uno de ellos le dijo a “A” que se le había caído el encendedor al suelo debajo de la mesa, ella se levantó de su silla y al agacharse para cogerlo puso el culo en pompa justo a la altura de la mesa de ellos que se quedaron descaradamente mirándoselo con los ojos que se les iban a salir de las órbitas, luego ella se sentó y con una sonrisa les dio las gracias, a lo que ellos respondieron que de nada también sonriéndole.
Tendrían entre unos 45 o 50 años, con un aire de seriedad aunque agradables y educados, desde la proximidad de nuestra mesa a la suya llegaba un olor agradable a colonia. El que avisó a “A” de que se le había caído el encendedor era moreno, alto, llevaba traje aunque se había quitado la chaqueta y estaba en camisa con las mangas remangadas y unos zapatos negros impecablemente limpios y brillantes, se le notaba fuerte y era más bien delgado, ...