Amparo, una cuarentona muy elegante
Fecha: 07/01/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Tales, Fuente: CuentoRelatos
... hasta el borde de su ropa interior se apretó mucho más y mirándome como una gata salvaje me dijo que nos fuéramos lo más rápido posible. Cogió su chaqueta y sin despedirse de sus amigas salimos a la calle.
Durante el camino a casa iba masajeándole el culo descaradamente. Ella estaba tan caliente como yo y accedía a todo. Ya en el ascensor de mi casa le subí la falda y le palpé el coño que estaba completamente húmedo. Ella gemía con los ojos cerrados mientras movía las caderas al ritmo de mi mano.
Entramos en casa y le quité la falda casi con violencia. Ella se dejaba hacer, no hacía más que soltar gemiditos y espasmos. Le dije que se sentara en la mesa del salón y entonces, arrodillándome, le comí el delicioso coño que tenía hasta que se corrió soltando un grito sordo mientras me agarraba la cabeza y me la pegaba a su sexo chorreante. Entonces me tiró al suelo y haciendo un 69 fantástico me hizo una mamada impresionante. Pero yo lo que quería era follarla como un animal, así que me levanté y la puse sobre la mesa cogiendo sus piernas por debajo de las rodillas. Su coño estaba tan mojado que a la primera embestida le metí toda mi polla. Ella estaba como loca, se agarraba al borde de la mesa para empujar más y yo le daba con todas mis fuerzas haciendo rebotar mis huevos contra ella, cosa que parecía que le ponía aún ...
... más cachonda. A veces sacaba mi polla y le daba unos golpecitos contra su clítoris y de nuevo le metía mi polla que estaba a punto de estallar.
Después fui a sentarme en el sofá y ella se puso encima de mi moviéndose como si estuviera fuera de sí. Recuerdo que su culo se movía de una forma increíble. Yo podía sentir que mi polla le llegaba hasta el fondo y ella seguía cabalgando sin control. Se sacó las tetas y me obligaba a chupar los pezones que estaban durísimos. Gritaba muchísimo y ella también se acariciaba los pechos, aquello era impresionante, pero no paraba de moverse encima de mi. Yo estaba al borde del orgasmo, le manoseaba las tetas fuertemente mientras le metía mi polla hasta dentro.
Estaba a punto de correrme, así que la puse a cuatro patas y acabé lo más dentro que pude mientras le cogía del pelo echándole la cabeza hacia atrás. Los últimos empujones que le daba eran exagerados, sonaban como palmetazos, pero ella seguía pidiendo más. Por fin me corrí dentro de ella llegando a marearme. Aquel polvo fue fantástico, sentía que eyaculaba un montón de leche dentro de ella. Fue maravilloso. La pena fue que no aceptó quedarse un poco más, pero bueno, nada es perfecto.
Un día, no hace mucho, la vi en un bar con un hombre de su edad, probablemente su marido. Nos limitamos a sonreír y seguimos a lo nuestro.