El placer de Evelyn
Fecha: 08/01/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: xverzo, Fuente: RelatosEróticos
... directo al cuarto (solía darme una ducha, pero el destino sabe lo que hace) y me acosté. Como tenemos aire allí, hace frío y me arropé completamente. Pasó poco tiempo y escuche un vocerío de niñas, antes me hubiera molestado, pero esa vez me emocionó el corazón porque en seguida escuché las llaves abrir la puerta y un montón de zapatos colegiales entró a la casa. Pensé en irme a duchar y salir en toalla como si no pasara nada, pero antes de que me decidiera, pasó algo mejor. Entraron. Seis colegialas vírgenes en mi cuarto. Una ya se veía bastante grandecita y el resto normales para su edad. Las miré encantado y, al ver que mi hermana agitaba una revista porno de mi propiedad me alarmé un poco, de inmediato entendí que no se habían dado cuenta de que yo estaba en el cuarto. Esperé el momento. Todas se acostaron en la cama grande de mi hermanita, con la revista en medio y pasaban la hoja entre risas y suspiros de sorpresa. ¡Cómo quisiera contar que me las follé a todas en una orgía fantástica!
Pero no fue así.
Ese día llegué tarde al trabajo, pues las amigas de mi hermana tardaron algún tiempo en irse. Además de que me di un pajazo fenomenal en la ducha. No era para menos.
La semana siguiente, era Semana Santa, y por ende estábamos todos en casa aburridos hasta más no poder. Estábamos mi hermana y yo en el cuarto y mis papás donde mi abuela, no muy lejos, a dos casas. Sorpresa para mí, llega la más grandecita de las amigas de mi hermana que había venido aquel día. Se ...
... llamaba Evelyn, tenía el cabello liso, castaño, largo hasta la cintura; unos ojos grandes y curiosos color café y siempre estaba sonriente. Así me la presentó mi hermana, diciéndome que ese día harían unas maquetas con respecto a la festividad.
Pues suerte que yo, al trabajar con mi papá en carpintería, les era de mucha ayuda en esa tarea y me puse con ellas en la sala a colaborar. Evelyn llevaba una braga ajustada, bien ceñida al cuerpo, por debajo una blusa rosada que resaltaba la blancura de su piel y esos ojazos vivos que tenía. Traté siempre de estar cerquita de ella, de rozarla “sin querer”, de hablarle sosteniéndole la mirada como si nada más existiéramos ella y yo. Ella pareció entender el juego y me coqueteaba, se reía de cualquier cosa que yo dijera, jugaba con su pelo mientras me miraba, mordía sus labios con picardía…
Hubo un momento en que no importaba ya la maqueta, que casi estaba terminada, entonces, para quedarme a solas y ver hasta dónde llegaba aquello, mandé a mi hermanita por goma blanca y paletas de madera a la carpintería. La mandé a ella y aunque refunfuñó, por ser yo mayor, tuvo que ir. Al tiempo que la mandé, le pregunté a Evelyn si tenía sed o quería comer algo, a lo que respondió con un gustoso “sí” y fue perfecto. Apenas escuché el cerrar de la puerta de la casa indicando que mi hermanita se había ido, tomé a Evelyn de la cintura y la cargué hasta la cocina y la senté sobre el cimiento, su boquita tan pequeña se abrió apenas sintió mis labios ...