1. Desafío de galaxias (capitulo 48)


    Fecha: 05/07/2017, Categorías: Incesto Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... Opx.
    
    —Y Faralia está demasiado lejos. Esteban y Bertil no tienen fuerzas suficientes para una campaña de esa envergadura.
    
    —Pero seria un golpe mortal… bueno, los dos serian un golpe mortal.
    
    —¿Y Petara?
    
    —Nada, nada. Descartado… creo.
    
    —Si hay algo que está claro, es que nunca hemos logrado adivinar lo que tiene en la cabeza, y eso, que estamos con ella desde el principio
    
    —A todo esto, ¿se sabe dónde está Marisol? —preguntó Opx.
    
    —En Mandoria no está, —afirmo Loewen—. Ya lo he comprobado. Solo está Marión y está desaparecida.
    
    —En la zona de operaciones, seguro que no, porque lo tiene prohibido.
    
    —Pero andará cerca, seguro.
    
    El Fénix navegaba a baja velocidad por el Páramo Tenebroso y se encontraba a cuatro horas de Jairo. Marisol, se había situado en la parte delantera del puente de mando, pegada al gran ventanal, y había ordenado visión directa del exterior. Estaba allí, porque desde el ventanal de su camarote se veían las naves de escolta. Ensimismada, miraba la oscura inmensidad del Páramo, y el capitán, había atenuado la luz de la parte delantera para eliminar los reflejos en el cristal reforzado que la separaba del mortal frío estelar. Navegaban ayudándose de los radiofaros instalados por las fuerzas especiales de J. J. en las inmediaciones de Jairo. Las fuerzas de Esteban y Bertil, desde su zona de estacionamiento cercano a Telesi 2, habían viajado por Evangelium, saliendo por el ramal que comunica con el Páramo. Durante dos semanas, y con ...
    ... muchas precauciones para no perder naves, viajaron por él. Durante el viaje, los psicólogos y los mandos tuvieron que actuar con mucha mano izquierda por el efecto que causaba en tripulaciones y soldados, el hecho de no ver nada cuándo miraban por las ventanas, aun así, hubo roces y peleas, en cambio, a Marisol la fascinaba.
    
    Amanecía en la zona oriental de Urbam Jairo, cuándo surgieron las naves federales barriendo, casi sin lucha, a la desprevenida flota enemiga que disponía de pocas unidades, seguros como se creían a este lado del desierto espacial. Detrás llegaron las naves de transporte, una parte aterrizó en el planeta, y la otra, se repartió por el resto de sistemas. Bertil quería desembarcar a todas las tropas, a causa del estado de estrés que presentaban. Varias horas después, llegaron cientos de naves comerciales con los pertrechos necesarios para mantener a una numerosa fuerza militar con la retaguardia a tanta distancia.
    
    Marisol seguía ensimismada en sus pensamientos, mirando al exterior, cuándo se acercó Anahis y la rozó suavemente el brazo.
    
    —Hemos levantado el bloqueo de las comunicaciones, —y con una sonrisa, añadió—: el presidente se ha cabreado de cojones cuándo se ha enterado que estabas aquí.
    
    —¡Por Dios, que pesado! Si no…
    
    —Ya se lo he asegurado y se ha quedado más tranquilo, no te preocupes.
    
    —Gracias mi amor.
    
    —Por cierto, no comprendo esa expresión que utilizas: “por Dios”, si tú eres atea perdida.
    
    —No hay nada que entender mi amor, ...
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