1. Desafío de galaxias (capitulo 14)


    Fecha: 12/01/2018, Categorías: Confesiones Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... contraproducente utilizar armamento nuclear de forma masiva. Resulta que la energía mística y la nuclear “no se llevan bien”. Nuestras naves, ahora mismo, no podrían operar durante un periodo largo de tiempo, en un ambiente tan contaminado como el que hay en la zona del portal.
    
    —No podemos desechar un arma que nos da una clara ventaja estratégica frente al enemigo, y ante la que no están preparados, —afirmó tajante Marisol—. Entiendo que hay que utilizarla con prudencia, y así lo haremos. De todas maneras, como ya he dicho, tenemos problemas con la materia prima, por lo que ya no construiremos Deltas de está potencia. Los nuevos tendrán una potencia de 5 megatones.
    
    Continuaron la reunión con cuestiones técnicas hasta que Marisol la dio por finalizada y todos volvieron a sus ocupaciones.
    
    Cómo siempre que tenían tiempo libre, Marión e Hirell estaban en el camarote de la primera: parecía que quería recuperar el tiempo perdido.
    
    —Cada vez lo haces mejor, mi amor, —reconoció el teniente.
    
    —Cada vez me gusta más, —admitió Marión dejando momentáneamente de chupar—. Sobre todo cuando está… fofa y crece en mi boca.
    
    —Te vas a convertir en una obsesa.
    
    —¡Joder tío! Tengo la cabeza hecha un lío. De priora en un convento a puta redomada.
    
    —Ya estás otra vez, ¡no eres una puta redomada!
    
    —¿Entonces que soy?
    
    —¿Una putilla salida? —dijo Hirell con una carcajada—. No mi amor, en serio. Eres una tía que vive su descubierta sexualidad. Nada más.
    
    —No sé, de todas ...
    ... maneras sigo hecha un lío… —dejó de hablar porque llamaron a la puerta. Molesta, salto de la cama mientras se cubría con una camisa—. ¡Joder que oportuno! ¿Quién cojones será?
    
    Entreabrió la puerta y Marisol empujándola, entro directamente en la cabina.
    
    —¿Qué cojones hacías? —cuando la vio entrar, el teniente de un salto se puso de pie—. ¡Vale! No me lo digas. ¡Mira a quien tenemos aquí!
    
    —Creo que es mejor que me vaya, —dijo el teniente intentando coger su ropa.
    
    —¡Quieto ahí… pichón! —exclamó Marisol, y fijándose en el tamaño de lo que tenía entre las piernas, añadió mirando a Marión—. ¡Joder tia! Te gustan las cosas a lo grande, ¡eh!
    
    El comentario hizo que la pareja se pusiera más roja de lo que ya estaba.
    
    —Lo siento, no…
    
    —Qué sientes ¿que te gusten gordas? —la interrumpió con una sonrisa.
    
    —¡Joder Marisol! No sigas —protestó Marión.
    
    —¿Me permite mi señora vestirme? —preguntó el teniente intentando alcanzar su pantalón.
    
    —Lo mejor que puedes hacer es estarte calladito y quieto, —dijo Marisol e inmediatamente se quedó inmóvil otra vez.
    
    —¡Ya vale!
    
    — Bueno vale, —dijo Marisol con una sonrisa mientras la acariciaba la espalda—. Cuando… termines con el teniente, no antes, habla con la priora de Konark y dila que en dos días pasaremos por allí.
    
    —¡A genial! —exclamó Marión—. Necesito verla.
    
    —¿Qué quieres, confesar tus pecadillos? —bromeó Marisol—. Últimamente estás que te sales.
    
    —¡Vete, vete!
    
    —Vale, vale, ya me voy para que puedas reanimar ...
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