1. El cura vicioso


    Fecha: 14/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Sebastián, cincuentón, alto, doble y tirando a feo, después de haber confesado a Gerardo y a muchas más personas, de decir misa y de arreglar unas cosas, se fue a su casa. Aurora, su sobrina y criada, una treintañera, morena y con todo muy bien puesto, o sea, que tenía un polvazo, le puso la comida en la mesa.
    
    El cura, después de comer, estuvo esperando por Gerardo, pero Gerardo no apareció. Se cagó en su puta madre, en sus muertos y en todo lo que se movía, hasta que ya entrada la noche recibió una llamada de Adelita preguntándole porque no fuera a su casa, en ese momento se cagó en su propia madre.
    
    A media noche, la criada entró en la habitación del cura. Había cortado la luz. Traía un quinqué en la mano. Llevaba puesto un vestido blanco de novia, un largo velo y estaba descalza. Puso el quinqué sobre la mesita de noche. Sebastián, vestido con su sotana, se arrodilló al lado de la cama. Aurora se acercó a él. El cura le besó los pies. La criada comenzó a hablar con voz dulce y pausada.
    
    -Levántate y desnuda a tu aparición virginal, Sebastián.
    
    El cura, le abrió la cremallera del vestido de novia y el vestido cayó al piso de la habitación. Aurora llevaba puesta lencería antigua... un corsé y unos pololos del mismo color que el vestido. Sebastián le desató los cordones del corsé y unas tetas grandes con pezones erectos quedaron al descubierto. Aurora, le dijo:
    
    -Mira pero no toques los impolutos senos de una virgen.
    
    -Como mandéis, virgencita.
    
    -Acaba de ...
    ... desnudar a tu angelical señora.
    
    Sebastián le quitó los pololos. Volvió a besar los pies de Aurora, subió besando y lamiendo los muslos hasta llegar a su coño peludo. Aurora, lo cortó de nuevo.
    
    -No profanes mi sagrada cueva con tu lengua pecadora.
    
    -¡¿Qué clase de virgen es esa que me dice que la desnude, que la mire, pero que no la toque?!
    
    -Una santa mujer.
    
    -¡Pues maldita sea mi suerte!
    
    -No maldigas, Sebastián. ¿Has pecado de pensamiento, palabra u obra?
    
    -Sí, señora.
    
    -Dame la fustigadora.
    
    El cura cogió debajo de la cama una zapatilla negra con el piso de goma del mismo color y se la dio.
    
    -Date la vuelta y levanta la sotana, pecador.
    
    El cura, empalmado como un asno, se dio la vuelta, levantó la sotana y se inclinó. No llevaba calzoncillos. Su culo estaba blanco como la leche, aunque por poco tiempo, Aurora, se lo iba a poner rojo como un tomate maduro.
    
    -¡Plas, plas, plas!
    
    Aurora, dejó caer la zapatilla, y le dijo al cura:
    
    -Reza...
    
    El cura ya estaba como un toro.
    
    -¡Reza tú, calienta sotanas!
    
    -Respétame, Sebastián
    
    -¡Échate sobre la cama!
    
    -No abuses de mí, por favor.
    
    El cura cogió la zapatilla y le largó a su sobrina cuatro veces en las nalgas:
    
    -¡¡Plas, plas, plas, plas!!
    
    Aurora se echó sobre la cama y tapó su cuerpo con el velo. El cura abrió un cajón de la mesita de noche y sacó un spray con aceite perfumado. Apartó el velo y le echó aceite sobre una teta, sobre el brazo, en parte del vientre y por una pierna y un pie. ...
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