1. Desafío de galaxias (capitulo 55)


    Fecha: 19/01/2018, Categorías: Gays Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    Envuelta en una colosal bola de fuego a causa de la extrema fricción con la atmosfera, el Fénix, descendía vertiginoso precipitándose hacia el suelo. Marisol llegó al puente de mando, sujetándose con las dos manos a los pasamanos de las paredes en medio de unos tumbos terribles, que en ocasiones hacia que levantara los pies del suelo. El capitán y su tripulación, sujetos a los sillones con los cinturones de seguridad, intentaban maniobrar la gigantesca nave mientras varias sirenas de alarma chillaban estridentes.
    
    —¡Recuperamos los motores auxiliares!
    
    —¡Intenta desacelerar! —ordenó el capitán, en el momento en que vio entrar a Marisol en el puente. Rápidamente se soltó, sin contemplaciones la agarro de la guerrera y la sentó en un sillón auxiliar abrochándola el cinturón.
    
    —¡Los sistemas de frenado no responden!
    
    —¿Qué ha ocurrido? —gritó Marisol para hacerse oír.
    
    —¡Nos atacan! —respondió el capitán— ¡Potencia auxiliar a los impulsores ventrales!
    
    —¿Y las naves de escolta?
    
    —¡Destruidas! ¡refuercen la integridad estructural!
    
    —¡Estamos desacelerando, pero no es suficiente!
    
    —Intenta planear… impulsores adelante a plena potencia… desvía energía del soporte de vida a los amortiguadores de inercia, —ordenó el capitán. La nave, encabritada, seguía dando unas sacudidas terribles.
    
    —¡Nos siguen disparando!
    
    —¡Saque energía de donde sea y refuerce los escudos dorsales!
    
    —¡Nos estabilizamos, pero seguimos demasiado rápido. Los sistemas de frenado ...
    ... siguen sin responder!
    
    —¡Preparados para impacto!
    
    Desde su sillón, Marisol vio aparecer por la puerta del puente a Sarita, que llegaba sujetándose también a los pasamanos, y portando en las manos el correaje con sus armas. Marisol la agarró, la abrazó con todas sus fuerzas y la dijo que se agarrara ella también. El Fénix dio de panza contra el suelo y rebotó siguiendo hacia delante un par de kilómetros mas, para volver a caer definitivamente. En su avance por la superficie, arrastraba por delante grandes cantidades de tierra y rocas, mientras en su interior todo se agitaba como una gigantesca coctelera. Cuándo paró, las dos mujeres seguían abrazadas y sujetas al sillón que, arrancado del suelo, fue a parar a la parte delantera del puente.
    
    —¿Estás bien? —preguntó Marisol soltándola de su abrazo.
    
    —Creo que no… me duele el costado.
    
    —Y a mí la pierna, —dijo con un gesto de dolor. Su asistente se separó con cuidado y la miró la pierna.
    
    —Está rota, y el hueso está fuera, también tienes heridas en la cara.
    
    —¡Joder! Genial Y tu también.
    
    —¡Toda la energía a los escudos dorsales! —tronó el capitán saliendo de una maraña de cables con sangre en la cara—. Desconecten los reactores de impulso.
    
    —Voy a buscar al médico, —dijo Sarita incorporándose a duras penas.
    
    — No, no, no le molestes que tendrá mucho trabajo, si es que esta vivo. ¿puedes ayúdame a levantarme? —dijo Marisol en el momento en que el Fénix recibía un impacto—. ¡Capitán, todo el mundo fuera, ...
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