1. Desafío de galaxias (capitulo 55)


    Fecha: 19/01/2018, Categorías: Gays Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... —exclamó Anahis a punto de hacer pucheros. Su padre, que llegó en ese momento, la atrajo y la abrazo con cariño.
    
    —Por supuesto, hijita, por supuesto.
    
    —Pepe, ¿estás repartiendo líquidos? —preguntó por el comunicador—. Hace un calor horrible.
    
    —La estamos racionando, no estamos muy sobrados.
    
    —A los heridos que no les falte… ¿y por qué yo tengo una botella grande?
    
    —¡Por qué estás herida, no te jode! Preocúpate más de mirar al enemigo, que ya están subiendo por la ladera.
    
    —Ya lo he visto, y además, ya están en la zona de impacto. Pues ya sabes: con dos cojones.
    
    El enemigo fue recibido con un aluvión de disparos que les hizo retroceder momentáneamente, para volver a intentarlo. Desde su parapeto, Marisol disparaba con su rifle sin descanso, pero asegurando los disparos: era una buena tiradora. La segunda oleada, se acercó más a la zona de trincheras pero fue recibida con bombas de mano y tuvieron que volver a replegarse. Estaba claro que no cejarían en su empeño, por primera vez, tenían al alcance de la mano a la comandante en jefe de su enemigo.
    
    Cuándo el presidente llegó a Waantoobaan, la batalla estaba en su apogeo. Las naves corsarias no se habían retirado porque tenían a su infantería sobre el terreno. En oleadas sucesivas, había logrado hacer retroceder las defensas federales en algunos puntos, donde se llegó al cuerpo a cuerpo. Varios soldados bulban saltaron el parapeto por donde estaba Marisol que se defendió con la bayoneta de su rifle, pero no ...
    ... pudo impedir que la hirieran en el hombro con una lanza. Un grupo de soldados federales con la teniente Driss al frente, llegaron rápidamente, matando a los bulban y rodeando a Marisol para protegerla. Mientras, la teniente la atendía poniéndola un apósito con desinfectante sobre la herida pero sin quitarla la lanza para no provocarla una hemorragia mayor.
    
    Mientras las naves federales se enfrentaban a las corsarias, que habían recuperado a las que aterrizaron en la superficie para desembarcar la infantería, el transporte con las tropas kedar, efectúo un aterrizaje de combate en un lugar próximo a la zona de impacto. Los portones se abrieron, y las tropas, perfectamente organizadas, salieron en pos de Aunie, que con escudo y espada, ya corría al encuentro del enemigo en medio de un griterío ensordecedor. La nave presidencial, por orden del presidente, se unió momentáneamente a la batalla, para posteriormente entrar en la atmosfera con sus escoltas para apoyar el progreso de la infantería kedar que, en un épico ataque, arrolló a los bulban, masacrándolos con odio desbordado. Ya en tierra, el presidente, acompañado por sus servicios médicos y un equipo de televisión federal, fue conducido a presencia de Marisol, que muy cansada y débil, continuaba tras el parapeto y mantenía asida su carabina.
    
    —Mi señora, las operaciones en la órbita han finalizado, tres naves corsarias han huido, —le decía un oficial de enlace en ese momento.
    
    —Que las persigan, —ordenó con un hilo de voz— ...
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