La Doctora Juliana (I)
Fecha: 16/08/2021,
Categorías:
Sexo oral
Tus Relatos
Autor: CmHard777, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Era lo último que debía hacer en el día. La cita médica anual.
Yo sabía la rutina: un doctor que probablemente tendría otra cosas en mente se sentaría frente a mi, y fingiendo amabilidad, revisaría mi historial médico. Me diría que todo estaba perfecto. Me pesaría, me revisaría superficialmente y me dejaría. No más de veinte minutos en ese aburrido consultorio. Un espacio diseñado para ser tan impersonal, que más que un lugar de salud, parecía un lugar de muerte.
Escuché una voz decir mi nombre. Una voz femenina. Iba a ser una doctora la que me iba a revisar. Y realmente no me importaba. El comportamiento iba a ser igual, independientemente del género de la persona que me atendía.
-¡Camilo!-llamó.
Yo entré despacio. Y entonces me encontré con la doctora: una mujer de treinta años, de pelo café y tez morena. Los ojos miel escondidos detrás un par de gafas que encajaban perfecto con su cara suave y dulce. Estaba envuelta en la típica bata blanca, pero además llevaba un vestido rojo, corto, que dejaba al descubierto sus largas piernas. No había encontrado a una doctora así de bella en mi vida.
Me indicó que me sentara frente a ella, señalando la silla de cuero y madera. Cuando obedecí, me tendió la mano.
-Juliana Ochoa. Mucho gusto.
Su piel era caliente al tacto. Hubiera querido quedarme en ese apretón durante mucho tiempo, pero lamentablemente duró solo un segundo.
Puso esa sonrisa amable. En la cara de otra persona me hubiera parecido falsa, pero la ...
... de ella tenía un aura de honestidad que no pude sino creerme el cuento. ¿Acaso me estaba enamorando?
-Cuéntame, ¿por qué estás aquí?
-Un simple chequeo de rutina- contesté. Quería perderme en sus ojos.
-Ya veo. ¿Has sentido alguna molestia?
-No.
-Entonces, ¿solo rutina?
-Solo rutina.
-Bien.
La doctora Juliana miró algo en mi historial médico, luego hizo una mueca. Y yo me derretí. Muchas veces son esos pequeños gestos los que nos hacen caer por una persona. Y yo estaba cayendo bien profundo por la mujer que tenía enfrente.
-¿Puedes quitarte los zapatos? Es para pesarte- Me mostró la balanza.
Yo hice lo que me indicó y me subí a la pesa. Ella anotó el número. Luego me dijo que me pusiera contra la pared. Me midió y anotó de igual forma mi altura.
-Ahora, si no es molestia, ¿puedes quitarte la camiseta?
Me saqué la chaqueta y la camisa que tenía puesta. No es que fuera ninguna molestia en lo absoluto, pero en los años anteriores, los médicos se habían contentado con hacerme un par de preguntas y salir del embrollo de la cita. Juliana no era para nada como los doctores anteriores.
-Pasa a la camilla. Acuéstate.
Me acosté en la pequeña camilla y la doctora me palpó el cuerpo. Empezó por el cuello, luego bajó al pecho, y por último me examinó la zona abdominal. En la zona baja, casi llegando a la pelvis, se encontró con un obstáculo, mi pantalón.
-¿Puedo?
-Si claro, doctora- asentí.
Me desabotonó el pantalón un poco, y lo bajó ...