1. El mejor amigo de mi marido


    Fecha: 02/02/2018, Categorías: Infidelidad Autor: roberxl, Fuente: RelatosEróticos

    ... respondía otra vez a su provocación con un estallido de lubricación, que hizo que pronto se volvieran a distinguir rumores de un chapoteo indecente entre mis piernas. Con mirada picara y cara de traviesa le miré a los ojos, mientras le sacaba el miembro del pantalón, se lo agarré con suavidad y empecé a masturbarle como pude con mi mano izquierda. De pronto hizo algo que no me esperaba, mirándome sacó sus dedos de dentro de mi sexo y me los puso en los labios. El olor jugoso y embriagador de mi sexo invadió mis fosas nasales. Sus ojos de deseo y asombro me hicieron sentir orgullosísima de mi propio coño, totalmente pringoso, ávido e inmoral. Mi cara de éxtasis hizo que repitiera esa operación. Entonces yo solté su pene y me llevé la mano a la nariz inspirando con afán su aroma masculino. Eso tuvo que ponerle a cien, ya que noté claramente como su respiración se aceleró.
    
    Mientras yo subía y bajaba mi mano agarrando con firmeza la segunda polla de mi vida, él pasó su brazo de manera que pudiese agarrarme uno de mis pechos.
    
    -Deja que tu maridito descanse, esta noche yo me ocuparé de ti.
    
    Los dedos de Rober chapoteaban en mi sexo. Luego se desabrochó el pantalón y se sacó la polla tiesa y grande, más esplendida, maravillosa de lo que había imaginado. Supe que iba a empezar a follarme, pero le detuve.
    
    -¿Qué ocurre? Ahora, te sientes culpable.
    
    -No, quiero chupártela antes… Sólo se la he chupado a él, y quiero la tuya.
    
    -¿Te gusta?
    
    -Ajá… me la comería entera si ...
    ... pudiese. Dije asintiendo con mirada felina y malévola.
    
    -Ven aquí, anda.
    
    -Gracias… gracias Rober por dejarme chupar tu maravillosa polla. Fingí con voz de señorita fina, me puse a mil interpretando ese rol de sumisión tácita. Él sonrió y se sentó sobre la almohada con las piernas extendidas, mostrándome sus dotes masculinas. Levantó sus musculosos brazos y agarró los hierros del cabecero de forja. Su sonrisa era malvada, sinvergüenza, prepotente, y… tan perfecta.
    
    Cuando me enfrenté a aquel rabo puse los ojos como platos. Era como un mástil robusto, respingón y del tamaño de una banana caribeña de esas con las que todas las mujeres han fantaseado alguna vez.
    
    -Es… ufff… -me mordía los labios totalmente fascinada por aquel miembro viril. Lo acaricié con mi mano derecha, arañándolo cariñosamente con mis largas y cuidadas uñas. La imagen de mi alianza de casada pegada a aquellas venas como tuberías me pareció algo casi grosero, pero increíblemente excitante. Aquel jugueteo parecía gustarle mucho a Rober ya que empezó a echar la cabeza hacia atrás.
    
    -Los huevos, nena, pasa tus uñas.
    
    Y yo arañé aquellos kiwis afeitados con mis uñas, cosquilleando sus testículos.
    
    -¿No la querías probar?
    
    Por respuesta, se la sujeté por la base con sólo dos dedos, me arqueé, y me la metí en la boca succionando con todas mis fuerzas, saboreándola con pasión. Ya no me importaba que mi marido se despertara y me viera haciéndole una mamada a aquel desconocido, estaba trastornada por el ...
«12...111213...18»