El mejor amigo de mi marido
Fecha: 02/02/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: roberxl, Fuente: RelatosEróticos
... que quieres, lo sabes igual que yo. Desde la primera vez que te vi.
Intenté huir, negarme, pero claudiqué, caí y… empecé desquiciada a comerle la boca a aquel hombre. Los siguientes diez segundos se consumieron pesadamente, como la mecha de un cartucho de dinamita.
-¿Estás mejor? -preguntó enseguida mi marido desde la puerta del cuarto de baño.
Rápidamente nos separamos. Me alisé el vestido y me recompuse.
-Ya parece que está mejor -dijo Rober con tranquilidad-. Debe haber sido una bajada de tensión como te he dicho. Hoy ha hecho mucho calor.
¡Casi nos pilla mi marido! Pensé.
-¿Qué te pasa, cariño? ¿Estás muy colorada?
-Oh, nada amor. Estaba un poco mareada, pero ya estoy mejor.
-Vaya, quieres que vayamos al médico.
-No, no, gracias. Debo de estar a punto de empezar con la regla.
Miré a Rober justo antes de incorporarnos a la mesa, sonreía con los ojos entrecerrados. Es un cabronazo, quién se cree que es para tratarme así.
Una vez en la mesa, brindamos con vino. Martín dijo algo así como “Por nosotros” y chocamos las copas. Cuando tomé el primer sorbo me distrajo aquel frenesí que habían dejado los dedos de Rober dentro de mí. Casi me atraganté con el vino ya que por la rugosidad de sus manos, casi tenía la sensación de haber tenido un pene en mi vagina segundos antes. Era como esa extraña sensación de gustazo cuando haces pipí después de estar mucho tiempo aguantándote. Me puse la mano en la frente, agaché la cabeza y me mordí el labio para ...
... no gemir. Tuve que cruzar las piernas, y entonces miré hacia Rober totalmente alborotada. ¿Cómo se ha atrevido? El muy sinvergüenza.
-Dora, estás muy rara. Dijo mi marido visiblemente preocupado. -Será mejor que vayamos al médico. Tal vez te haya sentado algo mal.
-Qué no. No insistas Martín, no me pasa nada, será el vino. Dije al tiempo que trataba de atenuar aquella incómoda sensación de gustazo vaginal e intentando hablar con naturalidad, pero fue un desastre. No podía soportarlo, tenía el coño perturbado, tanto que empecé a pensar que quizá Rober me hubiese puesto algo ahí.
Dios, suplicaba con la mirada a Rober, mientras cruzaba y descruzaba las piernas para soportar las oleadas de gozo. Mis bragas estaban empezando a filtrar la humedad de mi entrepierna, estaba teniendo como pérdidas, era muy raro y de seguir así pronto se empaparía la tapicería de la silla.
De pronto, Martín se agarró a la mesa casi tambaleándose.
-Vaya sueño que me ha entrado… Joder…
-Tío, no estás acostumbrado a beber o qué – le preguntó Rober con tono de sorna.
-Pues no sé. Todo me da vueltas…
-¿Qué ocurre? -pregunté mirando primero a mi marido y luego a nuestro invitado, ya que algo me decía que él tenía algo que ver con el malestar de mi marido. Y qué guapo es, arrrghhhhh. Que rabia me daba pensar eso.
-Martín, vaya sueño te ha entrado, si te hubieras echado la siesta... Será mejor que nos vayamos todos a dormir.
Martín hizo ademán de levantarse, pero se derrumbó sobre ...