1. Paula y Eric: sexting


    Fecha: 03/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Vestía una sonrisa juguetona que le alcanzaba a los ojos. Durante todo el tiempo, no podía dejar de mirarla. En las distancias cortas, ganaba muchísimo. No paraba de hablar, ahora sé que era debido a que estaba nerviosa. Se atusaba el pelo constantemente y movía sus manos sin parar. Cuando pedimos la cuenta (había que volver a trabajar en algún momento) intentamos coger el ticket al mismo tiempo. Soltó una carcajada y yo sujeté su mano. Seguro de mí mismo, entrelacé mis dedos con los suyos, calibrando su mano dentro de la mía. Se sonrojó y me miraba con los labios entreabiertos. Me incliné y le di un beso corto, de contacto, como pidiendo permiso. Y luego otro más lento, probando sus labios, rozando ligeramente su labio inferior con mi lengua por un segundo. No contestó y miró de reojo el reloj, por lo que no insistí. Dejé el dinero en la mesa y la seguí hasta la salida. Salimos juntos aunque sin tocarnos, sin rozarnos siquiera. Y ella seguía sin decir nada. Ahora era yo el que estaba nervioso.
    
    Empezó a despedirse, no sé exactamente qué me dijo, pero no me esperaba esta reacción. Se despedía como con prisas, no parecía que quisiera volver a verme. Me hizo un gesto con la mano y empezó a alejarse.
    
    Sorprendido, me di la vuelta y empecé a andar. Joder, parece que no me funciona el radar. Pensé que había habido buena conexión, que le gustaba, que al besarla había roto un poco el hielo. Parece que se me ha estropeado el instinto.
    
    Una mano pequeña y muy fría, sin adornos, ...
    ... me agarró del brazo. Mientras me giraba, deseando que fuera ella, se puso de puntillas justificándose entre dientes con un 'que le den a mi jefe' y me besó. Eso sí que fue un beso de verdad. No demostró ni un gramo de timidez y me besó como me hubiera gustado a mí besarla a ella por primera vez. Fue íntimo y placentero, y una corriente se había creado entre nosotros que yo quería explorar con más profundidad. Con una sonrisa extremadamente sexy, se separó de mí. Volvió a acercarse, me dio un beso rápido en los labios y se marchó corriendo.
    
    Y me quedé allí parado, en medio de la calle, entorpeciendo el tráfico de peatones en esa acera repleta de gente. Demasiado tarde me di cuenta de que podía haberme ofrecido a acompañarla, quedar al menos para otro día. Continué mi camino dándome cuenta de que fue su beso (y no el mío) el que me había dejado tocado.
    
    Siempre me ha gustado robar un beso. Sorprender, llevar la iniciativa, dejar a la otra persona pensando en mí. Pero Paula me puso en mi sitio y me dejó pensando en ella sin poder evitarlo.
    
    Esa tarde, cuando llegué a casa seguía recordando lo bien que le quedaban los leggins que llevaba este mediodía. Pero no quería engañarme a mí mismo, era el beso lo que me había dejado intranquilo, lo que impedía que pudiera pensar en otra cosa. Me había dejado con ganas de más. No de un polvo, que también. Con ganas de Paula.
    
    Dicen que cuánto más las haces sufrir, mejor. Que si tardas en escribir y llamar un par de días, cuando al ...
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