1. Manuela (05)


    Fecha: 05/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que provoca el incendio de todo mi cuerpo, de manera tan evidente que Consuelo pregunta: "tu y yo nunca lo hicimos de jovencitos, ¿quieres ahora?".
    
    Mi respuesta es un beso ansioso, largo, húmedo que nos deja sin respiración. Con prisas nos quitamos las ropas ("cuántas veces soñé con ver tus grandes y deseadas tetas") y empezamos a acariciarnos con suavidad, como con miedo ("parecemos dos novios quinceañeros"). Tiene varios pequeños tatuajes en su cuerpo ("en Australia es costumbre") que me complazco en descubrir, besar y chupar: un delfín en un tobillo, una flor cerca del pezón derecho, una especie de ratoncito en el culo, tres letras semitapadas por el breve y rizado rubio vello del pubis ("malditas sean las iniciales de mi ex"), un pequeño arabesco en un muslo ("ya te contaré, es por una novia que tuve") y dos eslabones de cadena en un omóplato ("es una historia desagradable que prefiero no recordar").
    
    Mi excitación es tremenda pero no se muy bien qué hacer, lo que Consuelo parece adivinar ("por favor, haz todo lo que quieras, pídelo"). En este punto es cuando mi rabo empieza a necesitar cuidados, la erección es de las que hacen época y mi rubia amiga empieza a lamer arriba y abajo una tremenda polla. "¿Tienes condones?, no tomo nada". Horror, nunca llevo. En España se usan poco y pasamos bastante de ellos. "Por detrás o en mi boca, ¿qué prefieres?". No lo dudo ni un segundo: "tus tetas, házmelo con tus tetas". Tetas grandes, redondas, firmes, duras, con pezones ...
    ... largos y gruesos rodeados de una gran areola rosa. Me hace un pajote de campeonato aprisionando y meneando el cipote entre esos dos monumentos, de manera que mi lechada pringa su cara, sus tetas y ese pelo rapado que tanto me excita. Me desinflo como un globo pinchado ("descansa, luego me darás gusto a mí".)
    
    Consuelo estaba en el cuarto de baño y a través de la puerta abierta la observaba con una sensación de familiaridad y complacencia. Habíamos comido en la habitación y ni siquiera me había movido de la cama. Me encontraba en un estado de tranquilidad, de calma acompañada de satisfacción y un puntito de ilusión (¿recuperar la casi olvidada juventud?) respecto a la rubita (ésta rubita).
    
    "¿Tienes ganas de salir?. El pueblo es muy bonito y aún hay luz suficiente para dar una vuelta". Así podré comprar condones, pensaba para mí mientras me regodeaba en la visión de las curvas de Consuelo.
    
    Llevábamos una hora o más paseando, cogidos de la mano o la cintura y reconstruyendo tiempos pasados: "Luis, ni siquiera te he contado la mitad de mi vida australiana. Una epidemia diezmó el ganado de mi marido y la solución que encontró a sus problemas fué prostituirme en una región en la que hay una mujer por cada tres mil hombres. De todo he tenido que aguantar.Tuve que escapar de él disparándole, después de que me rompiera un brazo de una patada. He hecho de todo para poder comer y hasta estuve seis meses en la cárcel. Jericó, una peruana de Médicos sin Fronteras, me ayudó a salir de ...