LA DECENTE
Fecha: 05/02/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ya entraba y salía, apretada, pero con normalidad. La Decente, no paraba de gemir. Cuando estaba a punto de correrse, paraba. Me daba las tetas a chupar y desués seguía, a la cuatra vez, le pregunté:
-¿No te quieres correr?
-Claro que sí, pero haciendo que dure me corro con más fuerza. Quiero que la tercera sea mejor que la segunda.
-¿Con tu marido te corres tres veces?
-Una, y a veces ninguna, pero cuando me masturbo... ¿O pensabas que sólo te masturbabas tú?
Volvi a correrme dentro de la Decente, al pensar en lo que me había dicho.
-¡Me encanta sentir los latidos de tu polla dentro de mí!
A la decima, y después de haberme corrido yo cinco veces veces, y de haberse limpiado dos, me dijo:
-Ahí viene... ¡Ahí viene! ¡¡Ahí viene!! ¡¡¡ Ahi viene!!!
¡Y cómo le vino! Hizo un arco con su cuerpo, que se sacudía como azotado por por un huracán. Sus gemidos eran escandalosos. Al final, se derrumbó sobre mí. Al recuperase, me miró, me besó. y me dijo:
-Fue maravilloso. Casi me muero de gusto.
Yo, le devolví el beso, y le dije:
-¿Sabes que me gustaría hacer ahora?
-¿Desvirgarme el culo?
-¿Como lo supiste?
-No lo sabía. Es lo que quiero que me hagas. Que me folles el culo.
Sacó una cajita de Nivea ...
... de la mesita de noche. La dejó encima de la cama. Se puso a cuatro patas. Le comí el culo y el chochito. No tardó en decirme:
-Si sigues me corro, pirata mío. Vamos a despistarla. Unta un dedo con Nivea y métemelo en el culo.
Unté el dedo medio con Nivea y le follé el culo con él. Se estremecía mientras se lo metía y se lo sacaba... Le metí la polla en el chochito. La saqué. Mojada de su flujo, la unté con Nivea. Se la empecé a meter en el culo. Entraba mejor que en el chochito. Le follé el culo, con suavidad al principio, y con fuerza después.
La Decente, se empezó a masturbar. De repente, paró y me dijo
-Ay que me corro sin tocarme. ¡Ay que me corro sin tocarme! ¡Voy a tener un orgasmo anal! ¡¡Dame duro!!
Le di duro. Y pensé que se me moría. Se giró para mirarme y vi sus ojos en blanco. Sus gemidos y sus sacudidas eran brutales. Al final se desmayó
Cuando volvió en sí, miró el despertador que tenía encima de la mesita de noche, y me dijo:
-En una hora llega mi marido. Vistete, campeón, que tenemos que escribir una carta.
Me estaba vistiendo y le pregunté:
-¿Volveremos a repetirlo?
-Cada quince días mi marido y mi hijo van a Vigo a ver el Celta.
-¿Dónde juega el Celta esta semana?
-En casa.
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