Marcela (I)
Fecha: 07/02/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... labios, la levanté ligeramente para que me fuese más cómodo e inicié nuevamente el movimiento de sube-baja pero haciendo un poco más de presión con la lengua y los labios. Con la mano cogí sus cojones y, al mismo tiempo que mi boca subía y bajaba, los apretaba y aflojaba la presión. En seguida, y sin dar ningún aviso previo, sentí unas convulsiones y mi boca se llenó de un líquido hirviente, denso, ligeramente salino. Brotó en tal cantidad que pensé que me iba a atragantar. Lo mantuve en la boca, mientras ella continuaba bombeando cada vez con menos potencia. Unos momentos después dejé que esos fascinantes y calientes néctares goteasen desde mi boca y resbalasen por su polla. A medida que perdía consistencia, continué chupando su polla con su leche.Marcela se levantó y me dio unas toallitas de papel con las que me limpié la boca y la cara. Ella, mientras tanto, secó su pollón, después me volvió a besar en los labios, devolvió su asiento a la posición vertical y comenzó la difícil tarea de volver a embutir toda la magnificencia de su trompa dentro de la prisión de aquellas exiguas braguitas. Le pregunté si quería que la volviese a dejar en la calle donde la había recogido, pero me dijo que por esa noche ya tenía suficiente, me pidió que la llevase a su casa. En el viaje se mostró simpática y ocurrente, con una forma de ser, que, a lo largo de los años, y en sucesivos encuentros me cautivaría.
Existen momentos que surgen insensatamente del olvido disgregando la imagen que ...
... nos hemos fabricado de nosotros mismos. Puede ser algo tan insignificante como un olor o un sabor que hemos experimentado en el pasado.
Estos recuerdos dormidos emergen desde algún rincón nebuloso de nuestra memoria y nos confortan e iluminan nuestro camino como farolillos de verbena. La historia que voy a contar tuvo lugar hace muchos, muchos años, o al menos eso me parece a mí. En aquella época aún estaba realizando el servicio militar. Recuerdo que era una noche de domingo y que había salido a cenar con unos amigos. Después tenía que coger el coche, recorrer más de trescientos kilómetros y presentarme en el cuartel antes del toque de diana.
La cena fue muy agradable y al salir acompañé a la gente a tomar una copa en un local, entonces de moda, en la parte alta de la ciudad.
Teniendo que conducir más de tres horas en un SEAT 850 bastante tronado, decidí que lo mejor sería retirarse temprano, así que arranqué el coche y me dirigí a la entrada de la autopista más cercana. Aún no había recorrido ni cien metros, cuando, en una calle residencial de uno de los barrios más caros de Barcelona, encontré una doble fila de coches que circulaban muy despacio. No tenía más remedio que pasar por allí, supuse que no podría tardar mucho, me armé de paciencia y me situé detrás del último coche. Había avanzado apenas unos metros cuando advertí que a ambos lados de la calle había unas chicas espectaculares, prácticamente desnudas charlando con los conductores de algunos coches. Sus ...