1. El vagabundo y su dama (Parte 4)


    Fecha: 08/02/2018, Categorías: Infidelidad Autor: danisampedro91, Fuente: CuentoRelatos

    ... una gota de esperma, habiendo recuperado el aliento, fue sacando la polla de mi culo a la vez que lo acariciaba. Que puto que sos, decía, y que linda colita tenés. Mirá como te ha quedado el potito, mirá como rezuma la lechita. Ahorá parece una conchita lo que tenés putito.
    
    Quedé allí tumbado sobre la cama, mientras me iba recuperando, y el viejo y el vagabundo, me acariciaban el culo y la espalda. Estuvimos así durante unos 10 minutos, hasta que me obligaron a levantarme e ir a desayunar. El viejo argentino, nos había traído churros y chocolate en una paba.
    
    Fui abrazado por el vagabundo hasta la cocina, donde allí de pie y desnudos como estábamos, nos pusimos a desayunar. Después de haber terminado de desayunar, tuve que ir al baño pues no aguantaba más, así que hasta allí me acompañó el vagabundo, diciéndome que cuando terminara podía lavarme y utilizar la toalla que allí había para secarme.
    
    Cuando terminé de evacuar todo el semen que me habían dejado en mi culo, y luego de hacer todo lo demás, me lavé en el baño, usé la toalla que me había indicado el vagabundo, volviendo para la cocina donde estaban ambos. El viejo sentado en el único taburete que había, y el vagabundo apoyado a la mesa, usando un palé que había puesto sobre el carrito, como asiento.
    
    Ven mi damita, me dijo el vagabundo, sienta aquí.
    
    Tengo frío, le dije estremeciéndome.
    
    Ven que yo te doy calorcito, mi amor.
    
    Anda, siéntate aquí que yo te abrazo y te doy calorcito con mi cuerpo.
    
    Me ...
    ... senté sobre su regazo, siendo abrazado por el vagabundo.
    
    Uy, estás temblando, me decía el vagabundo mientras me abrazaba acurrucándome a su pecho, empezando a besarme el cuello y la nuca.
    
    ¿Quieres comer algo más mi amor? Aún tienes empanada de la que trajiste ayer. Anda ahí la tienes en la mesa. Cogí un trozo de empanada, llevándola a la boca, y luego de comerla, cogí otro trozo.
    
    ¿Quieres beber una cerveza?
    
    No, beber no quiero, no tengo ganas de beber, lo que tengo es frío, le dije.
    
    El vagabundo abrazándome más a su pecho, empezó a acariciarme y meterme mano. Tantas fueron las caricias que me estaba dando, que ya empezaba a empalmarme de nuevo. También el vagabundo se le empezaba a poner tiesa la polla, y es que el calor que le estaba dando con mi culito, hacía que su polla reaccionara volviendo a querer guerra.
    
    Mientras el viejo argentino, miraba cómo el vagabundo me iba metiendo mano y acariciándome, poniéndose también él cachondo, con aquella visión nuestra.
    
    Se levantó acercándose a nosotros, y cogiéndome la mano, la llevó a su enorme verga, mientras me decía, sos toda una zorrita. Anda acariciame la pija, andá maricón que cuando se ponga dura, te la vuelvo a mandar por la colita de puto que tenés.
    
    No no, ahora esta colita es mía, dijo el vagabundo llevando un dedo a mi ano metiéndolo dentro. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar entrar el dedo del vagabundo en mi culo.
    
    Me levantó un poco colocando la cabeza de su polla en la entrada a mi ano, abrió mi ...
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