1. Papá nos sorprende


    Fecha: 16/02/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... con los dedos por el culo y me apretaba las nalgas. -¡Mira que culito tienes, cabroncito! Senti cómo se incorporó detrás de mí, tomó su pitote grueso y comenzó a dejarmelo ir todito en mi pequeño ano. A pesar de mi calentura grité por el dolor, el pene adolescente de mi hermano no se comparaba a la verga dura y bien parada de un hombre adulto, a la verga cabezona y morocha de mi padre encajándose a la fuerza en mi culo tierno. Grité de dolor y por insinto traté de moverme hacía adelante, para mi mala (o buena suerte) sólo sirvió para que perdiera el balance y me callera, quedé con la cabeza en la cama, las manos de mi papá que rodeaban casi toda mi cintura me sujetaron firmemente y quedé con el culo en pompa, completamente expuesto, vulnerable y sin obstáculos para sus acometidas. Así, en esa posición me la dejó ir toda, sentía cada vena, cada milímetro de su pito partiéndome en dos. Ahullé de dolor mientras mi propio papá me cogía salvajemente. Poco a poco aquel cosquilleo ancestral que tenemos los gays en el ano se hizo presente y se intensificó, y aunque el dolor siempre estuvo allí, aunque cada vez que sentía la cabeza esponjosa y dura de su verga batiéndome las entrañas me quitaba el resuello, también empecé a disfrutar de aquello. Con una verga de hombre, el pito de mi propio padre aleccionando a su hijo malcirado, me sentí en las nubes y comencé a pujar y gemir sin inhibiciones. Pujaba de dolor, sí!, pero de dolor mezclado con placer y con morbo. El dolor mezclando ...
    ... con la insoportable calentura que me producìa sentir la calentura de mi papá, su urgencia de hombre manifestandose en las embestidas animales que lo hacìan romperle el culo a su propio hijo. Un morbo exuisito de como me asía de la cintura sin dejarme mover, por el contrario, como me jalaba hacía el para meterme bien todo su pito sin que quedara nada afuera. Sentir todo el calor de su cuerpo que me quemaba y su sudor en mi espalda. Y mi hermano a un lado, viéndonos absorto también con su verga parada. De verás que mi papá sabía lo que hacía. Me acariciaba las nalgas, me tomaba por la cintura pequeñísima de niño, y me apretujaba contra él hasta que su estómago se pegaba a mi espalda. Juro que podía sentir su pito en mi vientre, como si su verga que me entraba por el culo qusiera salirseme por el estómago. ¡Cómo me hubiera gustado ver su cara! Ver sus expresiones mientras me cogía. Aunque luego le pregunté a mi hermano y dice que tenía los ojos cerrados, apretados, tuve que conformarme con escucharlo gemir sentir sus pelos en mi piel lampiña, sentir su sudor y saber que era por mi, por mi culo apretadito queriendo sacarle los mecos. Si bien mi papá me metía su pito con la fuerza de una locomotora, de pronto el chicoteo de sus huevotes en mis nalgas se hizo más intenso todavía y sentí uno a uno los chorros tibios de mecos que mi papá deposito en mis intestinos. Sentí como con cada chorro que sacaba se le tensaban los músculos, como me apretó de la cintura para inmovilizarme y ...