Me cogieron por primera vez
Fecha: 18/02/2018,
Categorías:
Lesbianas
Autor: AlbertoFlorida, Fuente: CuentoRelatos
... excitaban.
Entonces un día mientras los dos nos tocábamos sentí que movía su sillón hasta pegarlo al mío mientras me decía: -Con mis amigos, cuando la suerte no acompañaba, nos ayudábamos uno al otro-. Y sin darme tiempo a decir algo su mano tomó mi miembro. Me quedé petrificado por lo que agarrándome el brazo agregó: -Dale, Juancito, ayúdame vos también-.
La sorpresa no me permitía reaccionar y de golpe me vi agarrando la verga de Manuel. La sentí grande, gorda, caliente y en cuanto empezó a hacerme subir y bajar mi mano noté que era mucho más larga que la mía. Su mano derecha apretaba la mía sobre su verga mientras se masturbaba lentamente con mi mano. Por otro lado su mano izquierda, grande como todo él, sobraba para acariciar mi pija. Con la sorpresa del momento había perdido mi erección por lo que con dos dedos le alcanzaba a Manuel para pajear mi pija fláccida. La situación me tenía mal, incomodo al sentir su verga dura en mi mano y la suya en la mía fláccida, le dije que me soltara, que había perdido la inspiración, con la esperanza que él me dijera lo mismo. Pero no fue así: -Yo no, seguí que ya termino…
La mano que sujetaba a la mía empezó a incrementar la velocidad y la presión sobre su pija. Ahora que Manuel no me tocaba podía concentrarme totalmente en mi mano. Sentía que era una pija gigante, larga pero también gorda, mi mano apenas la rodeaba. La sentía caliente y cada vez más dura. Era un contraste terrible con mi pija, incluso estando yo al palo, ...
... nunca había sentido eso cuando me tocaba. Entonces Manuel llegó a su clímax, sentí la vena palpitar cuando escupió un gran chorro de leche y tirando con fuerza saqué mi mano mientras dos o tres chorros más volaban por el aire, antes que el semen empezara a derramarse lentamente sobre esa verga.
Manuel se levantó y se fue luego de limpiarse. Me quedé sólo en la oscuridad me sentía mal conmigo mismo rememorando lo que acaba de pasar, pero cuando recordaba volví a sentir el calor de esa pija en mi mano, su textura, y antes que pudiera pensarlo estaba otra vez al palo, duro como nunca. Miré a la pantalla y el video seguía. Acabé casi instantáneamente.
Al día siguiente cuando Manuel llegó yo estaba sentado en la mesa comiendo algo, tenía vergüenza de mirarlo, pero él no dijo nada ni dio señales de que algo hubiera pasado. Me tranquilicé y seguimos cada uno en sus cosas. Hasta que Manuel conectó la computadora a la tv, apagó las luces y se acomodó en su sillón. –Sentate, dale–. No era una orden, pero tampoco era una pregunta. Era un tono que usaba Manuel y que daba por sentado que yo iba a hacerlo. Lo usaba siempre que me pedía algo y yo accedía. Esta vez no fue diferente y me senté a masturbarme como todas las tardes.
No había hecho más que bajarme los pantalones que la mano de Manuel ya agarraba mi bulto. Esta vez ni siquiera estaba a medio camino, si no totalmente fláccida, en la mano de Manuel desaparecía por completo –Otra vez sin ganas?– dijo –Yo siempre tengo ganas– ...