1. Apocalipsis


    Fecha: 21/02/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: CaballeroGris, Fuente: xHamster

    ... aislamiento, en el que seguramente viviría la mayoría de la humanidad que pudiera haberse librado de las garras del diablo.Convinieron en hacerse fuertes y aislarse del mundo. En varias batidas por pequeñas aldeas cercanas, Jaime, no sin tener que matar a decenas de caminantes, logró almacenar más de dos centenares de latas de conservas de todo tipo. También consiguió semillas de muchas verduras y frutas, las cuales cultivaba en el discreto huerto, situado detrás de la casa y rodeado, premeditadamente, de árboles destartalados, dando al lugar un ambiente abandonado a lo lejos.Almacenó linternas y decenas de pilas, así como todas las velas que había podido encontrar, ropas abrigadas, cambios de camas. Tapó todas las ventanas con maderas, dejando un hueco para espiar y disparar si fuese necesario. Consiguió todas las balas posibles para las armas y logró almacenar varios bidones de gasolina.Tras meses de viajes, escarceos y sangrientos disparos y porrazos en cabezas de caminantes, Jaime había logrado otorgar a la casa de campo una mínima seguridad y comodidad para que su madre y él pudieran sobrevivir, sabiendo racionalizarse, durante años.Ella, María, se encargaba de cuidar la huerta, sacar agua del pozo, limpiar la casa y cocinar. El solo haber visto a cinco caminantes desde el suceso, le hacía sentirse optimista, segura de que Dios les iba a permitir vivir como seres humanos hasta el día en el que fuese a por ellos para llevarlos a su paraíso.Se miraban en silencio, la ...
    ... noche más cálida que la anterior, tal vez estuvieran ya en verano. Un grillo cercano cantaba a ráfagas, como si no tuviera una hembra cercana a la que atraer. Jaime miraba a su madre y vigilaba a través de la ventana. María miraba a su hijo, agudizando el oído por si algún sonido exterior se salía de la normalidad.Las noches eran largas.Jaime miraba su madre. A sus cincuenta años aun conservaba la belleza arrebatadora de su juventud. El pelo castaño con ciertas canas que intentaba tapar poco a poco con el poco tinte que le iba quedando en el limpio y pulcro cuarto de baño. Metida en uno de sus vestidos clásicos de estar por casa, color naranja pálido, mostrando sus cuidadas piernas. Insinuando sus anchas caderas y tapando sus amplios pechos. Mostrando la voluptuosidad que siempre tuvo, cuidándose todavía, a pesar de estar a expensas de Dios. Siempre le gustó cuidarse y ello lo hacía como un ritual que la mantenía atada a la vida. A veces la escuchaba suspirar, jamás le preguntaba por sus suspiros.María miraba a su hijo. Desde el suceso siempre se rapaba el pelo, haciéndole aparentar algo más de sus veinticinco años. Sus grandes ojos le recordaban a los de su padre, aunque era más alto que él. Con su casi metro noventa la dejaba muy abajo, siempre le gustaba mirarlo estando juntos de pié. Ella levantaba orgullosa su mirada desde los metro sesenta y un centímetros. Era fuerte y ahora empleaba su vida en protegerla. Se sentía una madre muy afortunada, una mujer con suerte de poder ...
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