1. Ayudé a mamá a que recuperar su sexualidad


    Fecha: 21/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Cabrera1993, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo vi. -¡Qué será esto! Me pregunté.
    
    Cuando supe lo que era, me propuse averiguar las intenciones del que puso la cámara, y como no podía ser más que Félix o tú, o los dos de mutuo acuerdo; coloqué esta pequeño micrófono inalámbrico en el cuadro que hay encima del sillón del salón en el que soléis sentaros, y desde mi habitación, he escuchado todas vuestras maquinaciones.
    
    -Pero mamá. Dijo Félix que al ver aquel pedazo de culo, y aquellas tetas que las tenía pegadas a su boca. No negará que todo ha sido para recuperar su sexualidad que creíamos perdida.
    
    -Gracias hijo. Mi sexualidad nunca la he perdido…
    
    -Ya vimos ya… Cómo se lo monta con su juguete… Por cierto; ¿No lo había más gordo y más grande?
    
    -Prefiero el tuyo, que aunque es más pequeño, es de carne. A la vez le que metía la mano en la bragueta
    
    Miraba la escena estupefacta y no sabía que hacer.
    
    -No te quedes así hija, que al fin y al cabo tú has sido la autora del invento. Vete a mi cuarto, y deja que con tu marido disfrute lo que desde años vengo recreando ...
    ... en mi soledad.
    
    Los dejé solos; me parecía muy fuerte quedarme con ellos. Cuando me repuse de la sorpresa, juro que me entró como una especie de complacencia; ver a mi madre tan eufórica y con ganas de sexo, derribó todas mis preocupaciones con respecto a su futuro; ya que la veía tan decaída que me daba miedo.
    
    Epílogo
    
    Sara se pegó al cuerpo de su yerno como una lapa; su cuerpo parecía encendido debajo de aquel transparente picardías color malva. Su mano derecha asía su pene, al que meneaba de arriba abajo y viceversa.
    
    -¡Chulo mío! ¡Mi vida! ¡Por fin! hemos conseguido follar con total libertad, y con el consentimiento de mi hija.
    
    -¡Joder suegra!
    
    -Por favor Félix, cuando follemos no me llames suegra, ¡Coño! que me enfrío.
    
    -Lo siento Sara, no se me volverá a escapar. Pobre del señor Manolo… ¡Si levantara la cabeza!
    
    -A ese, déjale donde está, que donde esté está muy bien. Y ahora “cabrón mío” échame ese par de polvos salvajes que me vienes echando todas las noches que mi hija tiene guardia de noche en el hospital. 
«12345»