1. El nalgoncito de 11 años


    Fecha: 22/02/2018, Categorías: Gays Autor: natzareno, Fuente: SexoSinTabues

    ... pubis, su penecito, y sus piernas impactando con las mías desde atrás. Pero esta vez su pene estaba duro. Y no aguanté más, necesitaba “comerme a ese bombón”. Giré rápidamente mi cuerpo hasta ponerme frente a él. En ese giro, mi pene impactó con su barriga… No tengo palabras para describir el momento, imagínenlo ustedes. Santi bajó si mirada y quedó viendo mi pene, con una mano se tocaba el lugar donde lo rocé con mi herramienta. Con la otra mano seguía sosteniendo el jabón. Santi- “¿Por qué la tienes tan paradota?”, dijo sin quitar la mirada de mi ingle. Yo- “Es que no estoy acostumbrado a bañarme con otra persona…”. Le comenté esperando que él me dijera que él sí estaba acostumbrado a bañarse en multitud. Santi- “Ha, okey…”. Dijo tímidamente, mientras se pasaba el jabón por sus axilas. Yo- “¿Tú sí?”. Le pregunté. Santi- “¿Tú sí qué?”. Preguntó con cara de no entender la pregunta. Yo- “¿Te has bañado con alguien antes?”. Pregunté sin más vueltas. Santi- “En mi casa somos muchos, mis primos viven conmigo; así que siempre nos bañamos de a dos. ”. Dijo sorpresivamente, pero confirmando mi sospecha de que estaba acostumbrado a ver personas desnudas. - Este relato contiene dos versiones anteriores que se acoplan cronológicamente con éste. Sí, siempre quise decir eso, nunca había llegado a un tercer relato… Con Santiago, el niño de 11 años que vendía rosas en las calles de mi ciudad con el fin de hacer dinero, al que había convencido de que me acompañara a mi casa para “enseñarle ...
    ... un nievo negocio”; ya hacía algunos pocos minutos que nos estábamos enjabonando el cuerpo debajo de la regadera. Santi, me había contado que en su casa son muchos y que se bañaban de a dos para que alcanzara el agua. En ese momento entendí por qué Santi no se sorprendió, ni se asustó, cuando le pregunté si me podía bañar con él. Pues en su casa era lo más normal. “Tú también tienes tu pene parado” Le dije al pequeño que no paraba de mirar mi pene que, segundos antes, colisionó con el costado de su barriga al girarme hacia él. “Es que… No sé…” Me dijo sin saber por qué la tenía erecta. Claro que me imaginé que la situación de estar con un hombre en una casa ajena le debe haber generado una excitación, pues en su mente seguro estaban pasando cosas que no debía entender del todo. “Vamos, salgamos del agua que se nos van a arrugar los dedos, jeje”. Le dije. Santi agarró una toalla de las que suelo tener colgadas al costado de la regadera, comenzó a secarse el cuerpo mientras yo hacía lo mismo con otra toalla. Él se dirigió hacia la puerta donde había un perchero donde colgué su ropa. “Oye, deja que te lave tu ropa… Tú estás limpio, pero tu ropa apesta y me ensuciarás la casa”. Le dije adelantándome para que no se vista. “¿Y qué me pongo?” Me dijo. “Bueno, quédate con la toalla, total no hay nadie más en casa y pondré a lavar la ropa sólo media hora en la lavadora”. Contesté nuevamente y con mi pene que “me latía” de tan excitado que estaba. Yo me quedé desnudo, y caminaba con mi ...
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