1. Aficionada a leer relatos eroticos


    Fecha: 27/02/2018, Categorías: Sexo a distancia, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Por casualidad, tropecé un día, mientras navegaba por Internet, con varias páginas de relatos eróticos. Estuve leyendo algunos, pero aquello era una porquería. La mayoría estaban mal escritos, denotando claramente la falta de preparación del autor o autora. Incluso, algunos tenían flagrantes faltas de ortografía. Muchos de ellos, constaban de un par de párrafos -aunque ocupaban más de tres páginas- sin puntos y aparte, con pocas comas puestas de forma incorrecta, muy difíciles de leer.
    
    Luego, estaban los temas. Había cosas verdaderamente desagradables, al menos para mí. Tríos en los que un hombre lo hacía con otro, mientras éste último se "beneficiaba" a la mujer del primero. Hermanos con hermanas. Y muchos jugos que chorreaban, y mucho semen tragado ávidamente. ¡Hombre!. No he nacido ayer, ni soy virgen. Pero creo que ciertas cosas deben tratarse con un poco más de delicadeza.
    
    Pensé que yo podía hacerlo mejor. Y casi por juego, escribí una historia dividida en tres partes -como sus tres protagonistas, un hombre y dos mujeres- y la envié a uno de aquellos sitios, que contenía pocos cuentos, pero de algo mejor calidad y un tanto más cuidados que en las otras páginas que había visitado.
    
    Al otro día, revisé la página. Mis relatos no aparecían en ella. Esperé dos días más, y entré de nuevo. Nada.
    
    Tampoco nada a la semana siguiente. Por fin, más de diez días después de haberlos remitido, aparecieron como novedades en la página de marras. Sentí una cierta sensación de ...
    ... orgullo, al ver mi trabajo publicado... hasta que advertí que allí aparecía mi dirección de correo electrónico. ¡Maldición!. Rogué por que nadie conocido entrara en ésa Web, y reconociera mi "e-mail". Me daba muchísima vergüenza que pudiera leer mis fantasías sexuales, aunque fueran más bien discretas, y no tuvieran secreciones a granel.
    
    Poco a poco, me fui olvidando de aquello. No sentí nunca más la tentación de entrar en ninguna de aquellas páginas, ni siquiera en la que contenía mis primeros escarceos como escritor de cuentos eróticos.
    
    Habían pasado como dos meses, cuando recibí un correo electrónico de una remitente absolutamente desconocida. Me da "repelús", en la era de los virus, recibir uno de estos mensajes, pero el antivirus no había detectado nada en él, así es que después de dudar si borrarlo directamente, finalmente pudo más la curiosidad, y lo abrí. No tenía ningún archivo adjunto, que hubiera podido ocultar un programa malicioso:
    
    "He leído tus tres relatos en la página xxxx y me han parecido muy buenos.
    
    ¿Tienes intención de continuar el cuento con una cuarta parte?. Me gustaría leer más.
    
    Saludos cordiales. Julia."
    
    Pues no, no había pensado continuarlo. Pero me llenó de satisfacción que alguien hubiera apreciado el producto de mi imaginación, así es que aquella misma tarde, escribí un nuevo capítulo, de un par de páginas. Después de revisarlo cuidadosamente, de eliminar palabras redundantes, corregir algunas frases, y revisar cuidadosamente la ...
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