Mi jefe me hizo aullar de placer
Fecha: 27/02/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: realthing31, Fuente: CuentoRelatos
... torneadas piernas, mostrándoselas por completo, casi hasta los calzones. Cuando terminó de dictarme, me puse de pie para despedirme y salir del privado, y él sin decir nada, me abrazó y me besó en la boca. Sentí sabrosísima su lengua y su aliento, la temperatura ideal para hacer de ese beso una cálida caricia. El segundo beso ya fue más relajado por parte de los dos, me atreví a entrelazar mi lengua con la suya, meter la mía en su boca y succionar la de él hasta tragármela, ¡riquísimo!...
Me puso de frente a él, y sin dejar de besarnos me atrajo de las nalgas hasta que sentí la dureza de su verga presionando mi pubis, pues éramos de la misma estatura; me guio despacito hacia su escritorio y me levantó para sentarme sobre la plataforma. Abrió mis piernas para meterse en medio de ellas y comenzó a sobármelas como se le venía en ganas. Ya mi calentura era extrema, sentí como se mojaban mis pantaletas y cuando se dio cuenta, pasó de sobarme el exterior de los muslos al interior de mi entrepierna, concretamente a los hinchadísimos labios de mi cuca.
Hizo mi calzón a un lado y acarició mi labia vaginal, expandiendo mis jugos a todo lo largo de mi pepa. Después introdujo un dedo en mi panocha y lo sacó para llevárselo a la nariz, después a su boca, opinando que yo era una niña exquisita y muy caliente, pues en un tris me había empapado por completo. Me volvió a besar en la boca, pasándose a mi cuello y hombros; se me acercó tanto que sentí su verga palpitar en mi concha. ...
... Instintivamente bajé mis manos y toque si endurecido garrote, me dio algo de temor pues yo solo había tocado la verguita de mi novio, que si acaso apenas llegaba a unos 10cms de larga y gruesa solo como el dedo medio de mi mano. Esto era diferente, yo solo las había visto en revistas y películas, pero no pensé que existiera algo así.
Mi jefe se desabotonó el pantalón y se lo bajó con todo y calzoncillos. Lo que vi casi me provoca un desmayo, pues tenía una vergota, gruesa, venuda y cabezona, digna de un semental. Al intentar rodearla con mi mano y no lograrlo, me dio algo de miedo; dudé que esa terrible ñonga me cupiera en mi cuevita, mucho menos en la boca, porque ya tenía en mente mamársela y dejar que me la metiera. Pero él, todo un experto, me estuvo calentando y llevándome al límite de la locura del placer, mis jugos vaginales ya habían traspasado la tela de mi pantaleta y escurrían hacia su escritorio donde permanecía sentada.
Él se agachó a besarme los muslos, diciendo que mi vulva olía riquísimo; me los lamió delicadamente sin dejarme marcas, lengüeteó mi ingle y después me quitó el calzoncito para abrirme de piernas y lamer mi raja; la sensación fue exquisita, era la primera vez que me lo hacían, y ahí conocí lo rico que es una mamada.
Yo también me moría de ganas por mamarle la vergota, pero no me mostraba desesperación por metérmela, permanecía sereno mamándome la pepa, besado mis muslos y de vez en cuando, lengüeteaba mi culo. Hasta que llegó el momento de ...