1. Dos hembras calientes


    Fecha: 03/03/2018, Categorías: Bisexuales Autor: NIKOLSSON, Fuente: CuentoRelatos

    ... importantes para su despacho, se la follaban con alguna frecuencia, al parecer ella consentía para mantenerlos como clientes, pero no me cabe duda lo hacía por vicio. Con el tiempo empezó a tener demasiados compromisos de trabajo y llegaba tarde a dormir. Me preocupé de conocer la causa y comprobé estaba liada con una especie de macho alfa de gimnasio, de unos 25 años, que al parecer la dejaba satisfecha a cambio de invitaciones y dinero.
    
    A todo esto, la nena había regresado a casa para pasar las vacaciones de verano. Ambos teníamos bastate confianza y me hacía confidencias. La nena ya había follado con bastantes amigos y por lo que me contaba, los chicos se la rifaban y ella elegía a los que le daban gusto, vamos una zorrita en ciernes. Andaba siempre ligera de ropa, dejaba la puerta de su habitación abierta y con toda naturalidad se mostraba delante de mí en ropa interior. Eso me obligaba a reprimir a duras penas, mi deseo irrefrenable de follármela, a lo que me tentaba frecuentemente.
    
    Una mañana estaba en la cama, cuando entró en la habitación con la excusa de buscar una crema de su madre en el baño. Iba solo en braguitas, sus tetas al aire mirando al techo, sus pezones erectos y rosaditos en punta, como los pitones de un torito bravo, su culito respingón, redondito, apretado, sus dos cachetes a la vista y su coñito solo tapado con u triangulito mínimo de su tanga. Hice como que no la veía y seguía durmiendo, pero al salir del baño se sentó en la cama. La tenía a ...
    ... escasos centímetros, a mi alcance, provocando los deseos de un maduro que muchas veces había fantaseado con hacerla mía y ya no pude contenerme.
    
    La tumbé en la cama y empecé a mamarle aquellos deliciosos botoncitos rosados, mientras ella con sus manos en mi nuca, me atraía y deslizaba sus dedos por mi pelo. Respiraba profundo, entrecortado y aumentando sus palpitaciones y deseo a medida que mis lamidos y caricias le hacían disfrutar. Mi mano bajó a su entrepierna y palpé su tanga mojado. Metí dos dedos por un lado del tanga y rocé su rajita con la yema de los dedos. Se estremeció, su respiración se aceleró, su pecho latía con fuerza, se abrió de piernas, le saqué el tanga y metiendo mi cabeza entre sus piernas empecé a lamer aquel coñito delicioso que empezaba a fluir néctares a raudales. Temblaba al succionar su clítoris y cuando mi lengua penetró en su vagina, su cuerpo se estremeció, gemía y pedía siguiera dándole placer.
    
    No tardó en correrse, gritó a la vez que cerraba sus piernas oprimiendo mi cabeza entre ellas, tensó sus músculos y paró un momento su respiración. La puse boca arriba y arrodillado entre sus piernas rocé con mi polla su vagina mojada y abierta. Resbalaba mi prepucio sobre su raja y empecé a frotar sus clítoris con mi capullo a punto de explotar, aumentaba su deseo con mis juegos y sin aguantar más pidió a gritos la verga. ¡Metémela de una vez! Entro de un golpe seco, le di metisaca con dureza un buen rato y se corrió de nuevo. Sus contracciones ...