La historia de Ángel, solo era un muchacho (25)
Fecha: 05/03/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
Los tres días siguientes, antes de que saliéramos para nuestro viaje, fueron bastante entretenidos, los pasaba con Pablo que me recogía todas las mañanas y no volvíamos hasta la tarde.
Tenía que hacer trabajos en la hacienda ayudando a su tío y a los peones en algunas tareas, la mayor parte del tiempo lo pasaba con don Ernesto analizando sus proyectos y haciendo cálculos sobre inversiones.
A veces me aburría y hablaba con la abuela de Oriol, tenían adornada la casa lo mismo que la de Álvaro con un enorme abeto en el salón principal y guirnaldas por las escaleras, la señora me hablaba de sus hijas y nietos, y que pronto vendrían para pasar unos días con ellos.
En las comida nos invitaban para seguir hablando de sus cosas, pero Eliseo comía con el resto del servicio, a veces me escapaba hasta las naves donde estaba el personal, o a las caballerizas y ver como cepillaban el pelaje de los caballos.
Entre bromas me ofrecían el cepillo para que yo lo hiciera, me entretenía y resultaba divertido, eran buenas gentes aunque tocas, y los mayores, en su mayoría, analfabetos.
Era un conjunto de edificios enorme y laberíntico, donde al principio me perdía pero pronto aprendí a orientarme. Eliseo se portaba como si realmente fuera mi tío, y para hacer alguna gracia me pedían un beso de sobrino delante de aquella gente, o me daba una nalgada cariñosa sin importarle que Pablo estuviera delante.
Sabía que me deseaba pero intentaba contenerse, una cosa eran las bromas que ...
... todos le reían, y otra muy distinta cuando alguna vez me encontraba a solas con él.
Quería enseñarme a montar a caballo y yo me resistía porque tenía miedo, al final terminó convenciéndome, una vez de haberlo ensillado me sujetó de la cintura para elevarme y aprovechaba para abrazarme y arrimarme la entrepierna y que notara el enorme bulto de su verga, pero no pasaba de ahí y terminaba colocándome sobre el caballo, luego le llevaba de las riendas para que nos fuéramos acostumbrando.
Una de las veces me sujetaba muy fuerte y me abrazaba el abdomen frotando la entrepierna en mi culo, en esta ocasión era muy diferente e insistía a pesar de que yo me oponía intentando apartarle.
-Déjame pequeñín solo quiero arrimártela un poquito.
-Eliseo, ¡por Dios! suéltame.
-Solo es un segundo, tienes que querer a tu tío precioso. Mira que caliente me tienes. -me cogió la mano y la colocó sobre su verga con descaro, por el tacto no reconocía lo que le vi cuando meaba en el wáter.
-¿Te gusta? Seguro que te gustará verla. -sin darme cuenta había dejado la mano muerta sintiendo aquella tibieza que salía a través de la tela.
-Ya te la vi el otro día cuando estabas borracho. -seguía sin retirar la mano y él se dio cuenta.
-¿Ves como si te gusta? Sácala y dala un besito sobrino lindo. -entonces retiré la mano y me puse intensamente rojo al sentirme cazado.
-No podemos hacer eso Eliseo, a Pablo no le va a gustar.
-Pero yo no se lo voy a decir y tu tampoco lo harás. -volvió ...