1. Shewolf


    Fecha: 13/03/2018, Categorías: Incesto Autor: karellen, Fuente: RelatosEróticos

    Shewolf
    
    La madre:
    
    Cuelgo el teléfono. El mensaje aun repica en mi cabeza como si fuera la campana de un perdido monasterio. Durante los primeros treinta segundos, no paro de escuchar la voz del director del sanatorio que se repite una y otra vez en mi cabeza “ Se ha escapado y esta vez no hemos podido detenerla”
    
    Tengo las manos frías. Gotas de un sudor perlado se resbalan por mi espalda. Tengo los pezones duros. Más incluso que ante la perspectiva de cumplir la más oscura y enrevesada de todas mis fantasías. Es el pánico, lo sé.
    
    Consigo romper el imaginario cemento que atrapa mis piernas. Me dirijo hasta el salón. Mi marido desayuna media tortilla que sobró de anoche, mientras lee el periódico sin camiseta. No se ha enterado de nada. Doy vueltas nerviosa a varios objetos que están sobre la mesa. Hago como que limpio mientras mi mente viaja lejana a un recuerdo que resucita como un zombie una sensación putrefacta que creí ya olvidada.
    
    22 años antes…
    
    Mi tío el párroco de Villalobos viene a casa por navidad. Además es mi cumpleaños. Qué bien pienso; traerá regalos.
    
    Mi familia está bien acomodada. Mi padre en los últimos cinco años ha conseguido un buen ascenso en la fábrica, y todo ese celo que sentía hacia su hermano el cura, queda reflejado en la ostentación de la mesa. Vinos exageradamente caros que sospecho que nadie sabrá apreciar. El mejor marisco, las mejores carnes. Creo que nada es suficiente para que mi padre se demuestre al fin así mismo que no ...
    ... solamente hay un triunfador en la familia.
    
    Son las 21h. Llaman a la puerta. La figura de mi tío aparece en el umbral ¡qué guapo es! No lo recordaba tan joven. Es el menor de los dos hermanos, de facciones perfectas e intimidantes. Es alto, moreno, de ojos penetrantes y escrutadores. Se le nota musculado. Demasiado diría yo para pertenecer a la iglesia. Viene en botas y pantalón vaquero. Si no fuera por el alzacuellos blanco sobre la camisa de leñador, nadie diría que es un consagrado siervo de dios.
    
    Entra. Ni si quiera me ha mirado. Me siento defraudada al respecto. Hoy cumplo 18 años y me digo a mí misma, que ya es hora de dejar los juegos y empezar a “ser” mayor.
    
    Me voy corriendo a mi habitación y me cambio el estúpido vestido infantil que llevo puesto por algo que me haga sentir más poderosa. No sé qué me ha dado esta noche. Quizá haya sido el aroma embriagador de ese hombre, pero quiero que me vean como una mujer.
    
    Salgo de la habitación con mis pantalones más ceñidos. No llevo bragas ni sujetador. Si existe algo así como las feromonas de una hembra, quiero que estén bien libres de mí y se disipen en el ambiente ¡dios! Me siento casi…casi poseída. Me miro en el espejo. Mis pequeños pechos asoman poderosos a través de la apertura de la blusa. El material imita muy bien la seda y deja adivinar ciertas transparencias. La punta de mis dedos juega con la aureola de mis pezones. Éstos se endurecen al imaginar su cuerpo pegado al mío. Sigo mirando el espejo mientras ...
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