1. Doña Juana


    Fecha: 14/03/2018, Categorías: Hetero Autor: iccs, Fuente: SexoSinTabues

    Me llamo Gonzalo, soy argentino, 25 años, vivo en España hace cuatro años. Cuando llegué al país alquilé un departamento de esos antiguos, un tercero por escalera, un edificio del año del pedo. Hay dos departamentos por piso, son todos mayores, habían vivido toda su vida ahí. Frente mío vive Doña Juana, una señora viuda, muy simpática, 67 años. Una señora de estatura baja, unas enormes tetas y unas nalgas enormes. Muy buena vecina. Al poco tiempo de vivir ahí, ya me hablaba con todos, unos viejos re macanudos. A dos cuadras de casa hay un supermercado, donde una tarde estaba haciendo mis compras y me encuentro con Doña Juana, nos saludamos y seguímos haciendo las compras juntos. Cuando salimos nos fuimos juntos, la ayudé a subir el carro de la compra y ella me invitó a pasar a su casa. Fue como entrar en la camara del tiempo que me llevó al pasado. Seguimos hablando y ella me contó que es viuda hace muchos años, «y nunca rehizo su vida?», le dije siguiendo con la conversación. «No, nunca. Desde que quedé viuda, no volví a estar con nadie, seguro que soy virgen de nuevo», dijo riendo a carcajadas, haciendo que sus enormes tetas se muevan dentro de su ropa. «Y ahora de vieja, quien se va a fijar en mi, y tener un viejo para que le tenga que calentar los pies, mejor así, sola», me seguía diciendo sin dejar de reír. Así fue cómo siempre que tenía tiempo, me cruzaba a su casa y pasábamos la tarde hablando y riendo, «seguro que la gente a de pensar que entre tú y yo tenemos algo, ...
    ... que vienes seguido a visitarme», dijo con esa risa contagiosa que tiene. «Bueno, yo no quiero apuntar tan alto», le dije riendo también. «Que puedo ser tú abuela», me dijo yendo a buscar otra cerveza para mí. «Bueno, mal no estas», le dije empezando a tutearla. «Huy sí, seguro que te excito», decía yendo a la cocina sin dejar de reir. Me puse en pie y fui detrás de ella, «oye, que haces?», me dijo cuando pasé mi brazo por su cintura. «Te molesta?», le dije abrazando su cintura y pegando sus nalgas a mí. «Pero que haces, que soy una vieja», dijo intentando liberarse de mis brazos, «pero muy atractiva», le dije apoyando mis labios en su oreja y apretandola un poco más contra mí. «Espera Gonzalo, que estamos yendo demasiado lejos», me dijo, «que, tenes miedo de volver a ser mujer?»,. le dije subiendo mis manos y agarrando sus tetas, restregando mi pija que se estaba poniendo dura contra sus nalgas. «No, no tengo miedo de volver a ser mujer, tengo miedo de no estar a tú altura», me dijo dejando que le sobe las tetas por sobre la ropa. «Y probemos», le dije subiendo su ropa para desabrochar el sujetador, dejando esas dos enormes y flacidas tetas al aire. «Hay Gonzalo, debo de estar loca», me dijo dejando que pellizque sus pezones que estaban duros. Así abrazados por la espalda como estábamos le empecé a subir su falda, pasando mis manos por sus piernas, subiendo hasta su concha. «Como te puede gustar una vieja como yo?», dijo abriendo sus piernas y dejando que pase mi mano por toda ...
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