1. La Mina


    Fecha: 15/03/2018, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cliente (así comencé a pensar en ellos) inmediatamente me pidió que se la mamara, obligándome a recibir su semen en mi boca. Luego me quiso penetrar pero su erección se negaba, por lo que lo tuve que mamar nuevamente. Una vez satisfecho se retiró y me dejó en paz el resto de la noche.
    
    A la mañana siguiente Javier apareció en la oficina, estaba verdaderamente desesperado, quería que huyeramos juntos. Lo convencí que no teníamos posibilidades, que yo era solamente suya y que si aceptábamos esto por lo menos estaríamos juntos día por medio. Terminó aceptándolo y sus besos y caricias me devolvieron algo de mi buen humor.
    
    Así prosiguió el resto de mi estada en la mina. Entre los momentos de pasión y amor con Javier y la atención de mis clientes, dentro de los cuales nunca estuvo el capataz. Ellos venían solo pr su ración de sexo y realmente no eran muy difíciles de contentar.Algunos me hablaron de sus mujeres.Uno de ellos resultó ser impotente, aunque lo hice eyacular igual. Quedó agradecidísimo a mí por mantener su secreto. Descubrí que los hombres son (somos debería decir) terriblemente vulnerables en la cama, pese al aspecto rudo que puedan tener.
    
    Finalmente llegó el día de mi retorno. Como Javier se debía quedar otra quincena, estaba desesperado y me llegó a pedir ...
    ... que me quedara. Le aseguré que lo amaba, pero que necesitaba volver a la civilización, que lo esperaría en la siguiente quincena en la ciudad.
    
    Ese día encontré mi valija con mis ropas de hombre, dentro de la que guardé uno de mis conjuntos femeninos, el resto lo dejé. Me sentí extraño vestido de hombre. Me faltaba el roce de mis medias, la tanga metida en mi raja y sobre todo la presión del sostén en mi pecho.
    
    Durante el viaje los hombres estaban muy animados y en algún momento hicieron chistes sobre mí pero no con maldad. El capataz no me dirigió la palabra.
    
    Al llegar a la ciudad le di a mano y le dije
    
    -Gracias por todo, nunca lo olvidaré, le debo la vida. No me contestó, se me quedó mirando como si esperara otra cosa, pero no pude decirle nada más.
    
    Han pasado quince días. Mis ropas de mujer están sobre la cama. Javier debe estar por llegar. No se que hacer.
    
    Durante estos días no me pude volver a adaptar a mi vida anterior, no le he contado a nadie, he inventado historias y puesto excusas a mi abandono del trabajo. Durante las noches me vestí de mujer a escondidas. Las chicas que antes me apasionaban, ahora no me producen nada. Me he descubierto mirando a alguno de mis ex compañeros. He resuelto aislarme, hasta hoy. Me tengo que decidir. No se que hacer. 
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