1. En la carpa del camping


    Fecha: 17/03/2018, Categorías: Confesiones Autor: Sentila, Fuente: CuentoRelatos

    Ella sintió entresueños la mano que despacio se metía entre su piel y la tela de su bombachita diminuta. Los dedos parecían teclas de piano jugando en los cachetes de su cola. Julieta estaba tendida boca abajo luego de un día agotador en la pileta de natación. Durante la noche compartió junto a su marido un fogón que se extendió hasta la madrugada. Pero a las cuatro de la mañana se despidió de todos y se metió en la carpa, con forma de iglú. En el encuentro nocturno Julieta había cruzado miradas furtivas con un joven, que estaba alojado con su novia en una cabaña. Pero no le dio mayor importancia. Ella sabía que la vida en el camping y al aire libre le aumentaba la libido y explotaba su sensualidad. A sus treinta años se mantenía en forma y se sentía orgullosa de sus tetas redondas, casi perfectas. Adoraba que se las acaricien y que se las mamen con fuerza. Era el momento en que las aureolas de sus pezones se tornaban más rosadas.
    
    Al llegar a la carpa se acomodó en el colchón doble inflable y sólo quedó vestida con una remera azul y una bombachita blanca, cuyo hilo recorría la línea de su cola. Aunque tenía ganas de coger, había visto demasiado borracho a su marido y descartó cualquier entrevero sexual. Acostada boca abajo se abrazó a la almohada. No supo cuánto tiempo pasó hasta que las caricias atrevidas hurgaban en su culito. Al principio no pudo descubrir si era parte de un sueño. Un instante después, en la penumbra de la carpa, supo que a su lado no estaba su esposo. ...
    ... No eran sus caricias ni su perfume. Tampoco su respiración. Pensó en gritar o pedir auxilio, pero la voz sedante del muchacho la apaciguó. De manera incomprensible para ella no ofrecía casi resistencia.
    
    “Tu marido se quedó dormido en el pasto”, le dijo, mientras le seguía tocando con una mano todo el culo. Julieta lo dejó. La mano recorrió la piel de la cola, la división de los cachetes y subió por la espalda.
    
    “Desde que te vi en la pileta tengo ganas de cogerte”, le susurró al oído.
    
    Julieta sintió que su conchita se humedecía. Le calentaba que le hablen así. Con un movimiento ayudó a quitarse la remera y su acompañante comenzó a besarle toda la espalda. Desde los hombros hasta la cadera. El cuerpo de Julieta se relajó. Sus pechos firmes se frotaban en el colchón. Los labios de su vagina se humedecían. La excitaba saber que en pocos minutos un casi desconocido la cogería. Lo dejó hacer. Permitió que le bese la espalda y hasta colaboró para que le chupe todo el culo. Fue el instante en que alzó su cola, y sintió todo el ancho de la lengua que subía y bajaba por su culito. El agujerito se mojaba con las lamidas.
    
    “Dame todo”, dijo ella.
    
    Julieta giró y quedó desnuda con sus imponentes tetas apuntando al techo de la carpa. Se besaron enredando las lenguas, para encadenarse aún más. Él atrapó los pechos con devoción. Con los labios y la lengua dibujo redondeles en los pezones duros. Los jadeos aumentaron. Ella lo ayudó a retirar la remera y metió la mano por debajo ...
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