1. Nuestra soledad nos traiciona (2ª parte)


    Fecha: 20/03/2018, Categorías: Incesto Autor: stukka15, Fuente: CuentoRelatos

    ... apenas perceptible, seguí despacio.
    
    Sandra se relajó un poco y guardaba silencio, empecé a aumentar la velocidad y profundidad de mi bombeo, escuchaba ahora el golpe de mis testículos en su concha y aceleré.
    
    ― Ahhh…
    
    ― Ya no importa hermanito… ahhhh
    
    ― Solo cogeme… así, así… aaahhhh
    
    Su cambio me alentó y disfrutaba del panorama. Mi hermana, toda una mujer, hermosa, caliente, se estrenaba como mujer, mi pene la penetraba, su cuerpo se estremecía al tiempo que recibía los impactos de las acometidas. Su coño virginal ahora me pertenecía, era mío, podía comerlo y penetrarlo cuando lo deseara.
    
    ― Cógeme hermanito… así, así… cógeme, métela, así, así.
    
    A punto de venirme descanse, salí de ella pensando que me agrediría ahora que tenía oportunidad, pues la tome sin su consentimiento. Me recosté dudoso, me miró y me besó largamente, acariciando mi rostro. Con su mano me acaricio el pene manteniéndolo firme, como esperando más acción.
    
    ― ¿Te lastime?, no pude resistir…
    
    ― Lo sé, no me hiciste ningún daño, nada que pudieras evitar, solo… solo me convertiste en mujer, tuya solo para ti.
    
    Sandra descansó un poco y después se montó sobre mí, rozaba su concha con mi pene como antes, asustada e impresionada por el color rojizo de sus fluidos. Pronto mi erección regresó, Sandra la disfrutaba, su clítoris raspaba mi pene y la excitaba en exceso, cuando finalmente, ayudada por su mano, lo introdujo en su concha y bajo su cuerpo hasta que sus labios devoraron completamente ...
    ... mi palo. Reposo un poco, disfrutando aquella nueva sensación. Su cara miraba el techo, su boca completamente abierta, sus muslos postrados sobre mi eran hermosos, su cintura, sus senos, todo era hermoso. Comenzó a menearse en círculos, a subir y bajar hasta que volvíamos a coger a buen ritmo. Sentía como topaba en su interior, como lo disfrutaba ella, sin escuela, sin maestros, se movía por instinto, me culeaba como toda una experta, definitivamente lo disfrutaba igual que yo.
    
    De pronto sentí venirme, trate de avisarle sin resultados, la tome de la cintura y me vine entro de ella. Casi de inmediato ella se vino y apretó con sus piernas para disfrutar más su venida.
    
    Se recostó a mi lado y se durmió agotada. Por la mañana, la luz del amanecer me descubrió a Sandra totalmente desnuda y boca abajo, despeinada y hermosa. La sabana apenas mostraba señales de sangre, no así mi pene repleto de ella.
    
    Mientras besaba su mejilla, decidí ducharme. Apenas entre al agua cuando Sandra entró, abrió la cortina y me besó. Nos duchamos en silencio, nos enjabonamos y yo limpie su concha, la tallaba suavemente provocando un poco de agua colorada caer hacia la coladera. Ella me aseó mi pene y termino de bañarme como una madre cuidadosa que asea a su pequeño.
    
    Mientras terminaba se apoderó de mi pene y me dio una mamada deliciosa. Al secarnos nos abrazamos y salimos desnudos a nuestros cuartos. Apenas me vestí, la alcance en la cocina, lucía radiante, hermosa.
    
    ― No iré a trabajar por ...