1. En los vestuarios del gimnasio


    Fecha: 24/03/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: elalcalde, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo bajo mientras me come el cuello, las tetas, otra vez el cuello y otra vez la boca, haciendo que gima de placer. Me tiene absolutamente entregado.
    
    Me vuelve a enlazar por la cintura y me empuja suavemente hacia la ducha. Pasamos junto a sus amigos, que le guiñan un ojo. Me lleva a la ducha del fondo y repite lo de todos los días poniéndome contra el grifo y arrancándome suaves gemidos y algún grito.
    
    - Ayyyyyyy, amorrrrr…
    
    Me corro. Mantengo los ojos cerrados mientras Fer sigue apretándose contra mi cuerpo hasta que noto que se queda quieto y el calor de su leche me inunda. Suspiro satisfecho. Abro los ojos. En el pasillo de las duchas, sus tres amigos nos miran sonriendo, desnudos, las pollas en sus manos. Se están pajeando. O, mejor dicho, se han pajeado, porque los tres tienen la punta húmeda.
    
    - El miércoles, volvemos a venir a las once.
    
    - Sí, cariño.
    
    Sus amigos sonríen satisfechos. Volvemos al vestuario después de una nueva ducha. Estamos todos desnudos, ya secados con la toalla, pero la piel húmeda. Fer vuelve a abrazarme. Nos veo en el espejo. No soy un chiquillo, pero Fer me trata como si fuera un ...
    ... efebo. Me acaricia, me besa y me ordena.
    
    El Lolo es el primero en despedirse. Me sorprende que se despida cuando aún no está vestido. Pero lo entiendo cuando pasa de mi mano extendida y me intenta dar un beso en la mejilla que consigo esquivar mientras alejo mi cuerpo del suyo, que intentaba restregar contra el mío. Fer lo nota y me regaña.
    
    - ¡No seas tan arisco, hombre! ¡Compórtate como una buena novia y déjale que te bese, ostias!
    
    Le dejo que me abraza y que me apriete contra él mientras me besa, despacio, en la mejilla. El beso se alarga mientras sus manos me acarician el culo. No me atrevo a retirarme.
    
    - ¡Eh, Lolo, no te aproveches de mi chica!
    
    Todos ríen. Lolo se aparta. Los otros dos repiten la despedida con el beso en la mejilla y el toque de culo. Cuando terminan, es Fer el que me vuelve a abrazar y me vuelve a comer la boca. No me dejan vestirme. Fer está contento.
    
    - No sé... a lo mejor te tengo que llevar a casa a que duermas una noche conmigo. Cada vez me gustas más.
    
    Sonrío agradecido. Las mejillas las siento con calor. Seguramente me ha subido el pavo a pesar de mis cincuenta y tantos años. 
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