1. Solo éramos dos


    Fecha: 13/07/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Lauer, Fuente: CuentoRelatos

    ... cabálgame.
    
    Se aproximó y cogiendo mi polla con una mano, la acompaño hasta la entrada de su coño. Descendió lentamente y una oleada de placer me inundó. Empezó a cabalgarme con sus manos apoyadas sobre mis hombros. Su ritmo aumentaba. En breve fue enloquecedor. De seguir así, seguro que no duraría lo más mínimo. La cogí por el cuello y uní nuestros cuerpos. Pecho contra pecho. Esto ralentizó sus movimientos, pero la visión que ofrecía su culo ofrecido, Frank no la resistió.
    
    Se pegó detrás de ella. Apoyó sus manos sobre sus caderas obligándola a detenerse y se la clavó en el culo en una sola sacudida. Aflojó la presión sobre sus caderas y con destreza fue acompasándose conmigo. No tardamos en poder aumentar el ritmo. Una emprendía la huída y la otra se colaba con furia. Cuanto la polla de Frank se desliza en su culo abriéndose paso, la notaba contra la mía. Su cuerpo era un delirio de sobresaltos. Pronto conseguimos que Erika entrara otra vez en éxtasis. Un nuevo orgasmo se precipitó en su interior. Ya había perdido la cuenta.
    
    Miguel que seguía descansado sobre la cama, se acercó manoseándose la polla cerca de su cara.
    
    Erika abrió la boca sin dudar ni un solo instante. Comenzó a chuparla. Miguel, al notar sus calientes labios cerrarse sobre ella, la sujeto con firmeza de la cabeza forzándola a devorarla. Fueron unos largos minutos de sexo descontrolado. Muy activo. Frank fue el primero que no resistió, pero como si todo estuviese calculado, Erika y yo lo acompaños ...
    ... con sus últimas convulsiones. Solo faltaba Miguel que seguía invadiendo su boca. La cabeza de Erika se movía a las órdenes que esas manos le imponían. Sus cabellos, del todo alborotados, eran la evidencia de su entrega. Y todo acabó. Miguel se separó y meneándosela fuertemente, se corrió.
    
    Recibió las múltiples descargas por todo su rostro. Sus cabellos tampoco escaparon. Por sus mejillas resbalaba un reguero blanquecino que se desplomaba sobre la sábana. Alguna que otra acometida acertó dentro de la boca. Y esta vez se tragó lo poco que pudo.
    
    Lentamente, uno a uno nos fuimos a asear y refrescar con unas nuevas bebidas que Ciro gentilmente ya nos había preparado. Antes de salir, volví la vista hacia el dormitorio y pude comprobar el desorden que reinaba. Las sábanas parecían magulladas por el ajetreo recibió. Las almohadas derrumbadas sobre el suelo con manchas bien ostentosas de lo ocurrido. Sobre una de las mesillas, en un objeto decorativo en forma de extraño plato, unos preservativos usados. No me paré a contarlos.
    
    Erika seguía boca arriba sobre la cama en extraña postura, luciendo sus enrojecidos pechos. Sus muslos abiertos, demandaban aire para aliviarse. Estaba relajada. Pasado un tiempo, más que necesario, se levantó y fue hacia el baño.
    
    Frank y Ciro decidieron irse. En ello estábamos, entre efusivos abrazos y apretones de mano, cuando Erika, envuelta en una toalla, entraba en el salón.
    
    Frank la abrazó y besó con entusiasmo por última vez. Miró el cuerpo ...
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