1. La lasciva vida de una maestra de escuela (Parte 4)


    Fecha: 28/03/2018, Categorías: Confesiones Autor: Trovo Décimo, Fuente: CuentoRelatos

    ... jadeos soltando el aire a cada incursión del invasor que la perforaba sin pausa. Le extraía el falo y se lo volvía a enterrar notando cada pliegue de sus paredes vaginales, notando como se dividían sus carnes al introducir el estoque endurecido con el glande tan inflamado que me daban escalofríos de placer al roce de su vagina con mi sensible ariete.
    
    Las sensaciones era increíbles, nada que ver con la follada salvaje de otros días, en esos momentos hacíamos el amor, lástima que no fuera fértil aún porque en esos instantes solo me faltaba saber que la preñaría, para ser el hombre más feliz del planeta. Aguanté hasta que mi madre estuvo a punto y yo arrecié las embestidas hasta lograr la sincronización de nuestros orgasmos…, nuestros cuerpos explotaron al mismo tiempo, su cuerpo volvió a sacudirse de manera interminable, nos abrazamos y nos besamos con desesperación, su cuerpo se agitaba bajo el mío, mientras mi falo hinchado y duro como pocas veces le entregaba a sus entrañas la calidez de ese semen tan deseado. La leche se desencadenaba en largos y espesos chorros de esperma que llenaban una vez más el útero de mi madre… sumisa, entregada y caliente sin pudor alguno gemía al notar como depositaba cada chorretón de lefa filial, mientras ella se contorneaba débilmente masajeando mi maza con sus músculos vaginales apretando y soltando. Pasó un largo tiempo hasta que llegó la quietud…, en breve ambos volvimos a buscarnos con caricias, con besos, no podíamos ...
    ... contenernos…
    
    Mi madre es espectacular en la cama, más la tenía y más la deseaba, y así llegamos a otro coito antes de desayunar, donde me apoderé de todo su cuerpo desde el instante en que ella me entregó su culo para follarla desde atrás. Pasamos la mañana en la playa y después de almorzar, ella volvió a provocarme y a gozarme saboreando el semen que entregue a su boca.
    
    -“Cariño, ahora quiero que seas el único semental que ocupe la cama conyugal, y duermas conmigo cuando tu padre no esté, para mi será algo muy especial. Eres quien merece estar, nadie mejor que el hombre que ha venido a suplir muchas de las falencias en mi vida”.
    
    Volvimos a casa y continuamos con nuestra rutina intercalando nuestros escarceos incestuosos, tres o cuatro veces a la semana, más cuando estábamos solos sin mi “padre”. Este era otro tema a tratar, mi verdadero progenitor no era su marido, sino un tal Ramón, solo había que comparar los genitales que había heredado, la forma física tan distinta a la de mi hermano Emiliano y a mi “padre”. Esta confesión de mamá provino de la forma tan dispar a como trataba yo a su esposo después de volver del chalet… no se pudo resistir ante mi manifiesta poca mano izquierda, de esta forma ella creyó conveniente, que no siendo mi padre biológico me sería más fácil ponerlo los cuernos.
    
    En cierto modo sí, pero mamá no era la única mujer que yo necesitaba para el resto de vida. A los dos meses de volver del chalet me contrataron en un puesto que encajaba con mi perfil a la ...