Arrepentidos los quiere Dios. (Capítulo 63)
Fecha: 29/03/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Febarsal, Fuente: CuentoRelatos
... Gay, y yo le cuento mis secretos de confesión.
(Las risas y los aplausos atronaron en el estudio)
Del Pino quedó visiblemente perplejo. No se esperaba esta respuesta.
Del Pino.(Carraspeando)
Bien, sigamos ¿Es cierto que mantuvo usted relaciones sexuales con el sacerdote ayer, Sergio?
Manolita
Puede estar tan seguro que no, al igual que también yo estoy segura, que usted no mantiene relaciones sexuales con el Prior del Convento de los Paúles, ubicado próximo a esta emisora, y que todos sabemos de su mecenazgo.
(Más risas y aplausos) A del Pino parecía que le "patinaba el embrague".
Del Pino(Con cara de contrariedad)
Tenemos documentos que demuestran que usted y don Ernesto aquí presente, se conocían y que compartieron mesa y cama en un hotel y restaurante de Madrid. ¿Es cierto?
Manolita
Sí señor, rigurosamente cierto.
De repente se levantó Ernesto como un resorte, diciendo:
--Yo con esta... señora, jamás me he acostado. Es cierto que cominos juntos, pero mentira que nos acostamos.
Del Pino
El señor de la Flor, niega su aseveración, ¿Cómo podría demostrar que lo que usted dice es cierto?
Manolita
Muy fácil, que se baje los pantalones y los calzoncillos, y que enseñe "su herramienta" al público, verán como es descomunal, no creo que haya en España dos como la suya.
Aquí ya fue el delirio... Todo el público gritando...
¡Qué se la saque...! ¡Qué se la saque...! ¡Qué se la saque...!
No pudo aguantar más Ernesto, y ...
... extrayendo una cinta de audio de unos de los bolsillos de la chaqueta...
¡Aquí está la prueba de lo que afirmo!
Ahora sabrá esta p.... lo que es la verdad. ¡Se acabó la farsa!
Le trajeron un reproductor de cintas, y la introdujo en el departamento correspondiente.
Su eminencia el Cardenal desde su residencia presenciaba el programa; se llevaba las manos a la cabeza, en claro signo de desesperación.
En Los Alcores, todos los vecinos aguantaban la respiración ante lo que jamás hubieran sospechado.
Los empleados del Hotel, casi rezaban. No daban crédito a lo que oían.
En el plató se hizo un silencio que se podía cortar.
Lopetegui reía, pero con las manos ocultando la boca.
Con cara triunfal, Ernesto de la Flor Campillo accionó el Play del aparato... y se oyó...
Tachín... tachán... tachín... tachán...
Nadie en el Tercio sabía
quien era aquel legionario
tan audaz y temerario
que a la Legión se alistó.
Tachín, tachín, tachón…
Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo, el corazón.
Tachín… tachín... tachón...
Más si alguno quien era le preguntaba
con dolor y rudeza le contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Tachin... tachán... tachín... tachón...
Se le puso la cara a Ernesto blanca como la leche al oír el himno de la Legión. A toda prisa sacó la cinta ...