1. Jennifer: Mi vida.


    Fecha: 02/04/2018, Categorías: Hardcore, Autor: lujuria69, Fuente: xHamster

    ... mientras me encontraba en pleno ciclo menstrual, que nunca duraba más de tres días, me tumbara entre sus abiertas piernas y le hiciera mamadas ó pajas al igual que solía hacer durante los periodos de obligada abstinencia sexual que tuve que pasar cada vez que se malograba uno de los fetos. Después de perder al segundo, los médicos nos aconsejaron que durante un periodo de, al menos, tres meses evitáramos la penetración vaginal si queríamos tener alguna posibilidad de engendrar un embrión que quedara debidamente “agarrado” al útero. José Enrique, a pesar de mi oposición inicial, aprovechó esa época para conseguir que casi todas las noches le ofreciera mi culo para que me pudiera meter la chorra analmente. A pesar de que era de unas dimensiones muy normales, me hacía bastante daño al introducírmela y como le gustaba hacerlo de una manera cada día más brusca, hasta que me terminé acostumbrando al sexo anal, me resultó bastante doloroso y penoso. Además, el hombre tardaba bastante más tiempo en “descargar” en el interior de mi trasero y la presión que ejercía su cipote sobre mi vejiga urinaria y el continuo golpear de sus cojones en mi raja vaginal, hacían que durante el proceso no pudiera evitar hacerme pis y que empapara la sábana de la cama, lo que a José Enrique, que me solía llamar cerda, no le agradaba demasiado. Una vez que me sacaba el nabo, no tardaba en defecar por lo que tenía que apresurarme en ir al water donde cagaba en cantidad y un par de veces seguidas. Después ...
    ... llegaban las m*****ias y los escozores anales, sobre todo cuándo volvía a defecar y con el roce de la braga. Creo que José Enrique acabó por hartarse de darme por el culo por lo que volvió a penetrarme vaginalmente. Lo que más le gustaba era el poder tirarme echado sobre mí ó a estilo perro, colocada a cuatro patas.Al cabo de bastante tiempo comencé a echar en falta varias prendas íntimas que había usado en días anteriores. No tardé en descubrir que era José Enrique el que las recogía del cesto en el que depositaba la ropa que había que lavar para intercambiarlas con las que usaban las mujeres de sus amigos. Un día y antes de que pudiera esconderlos, descubrí en el bolso de su chaqueta tres tangas con muy poca tela, llenos de transparencias y bastante “olorosos”. Consideré que aquello era un entretenimiento bastante infantil por lo que opté por no decirle nada ni prohibirle que continuara intercambiando mi ropa interior. A pesar de que no solía beber, una noche llegó a casa bastante “entonado” y con tantas prisas por poseerme que casi no me dejó ni desnudarme. Acostándose sobre mí, me metió el pene por vía vaginal, me pegó unos envites y en poco más de un minuto “descargó” echándome una cantidad de leche superior a la habitual. Enseguida me sacó la picha y me sorprendió que, siendo normal que tras su eyaculación no buscara más sexo, me hiciera ponerme a cuatro patas y que me la “clavara” por el culo poseyéndome durante más de medía hora. Estaba tan excitado que pensó que iba a ...
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