Pam, la modelo
Fecha: 04/04/2018,
Categorías:
Intercambios
Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
... mujer, apreté mis labios contra sus labios, los llene de besos.
Las uñas de Pamela acariciando rítmicamente su clítoris arañaron mi mentón por lo que me retiré un tanto solo para observarla, mojé en mi boca mis dedos índice y mayor para introducirlos en lo profundo de su concha, estaba húmeda, caliente, y con mi otra mano hice lo mismo, solo que por su culo.
Jugué con mis dedos en sus distintos orificios, metiendo y sacando, apretando unos con otros, la perra no podía evitar jadear, a pesar de tener la verga de mi amigo casi permanentemente en su boca.
Enrique vino donde estaba, me hizo a un lado y tomando la iniciativa la giró acostándola sobre el piso, levantó sus piernas sacando su pequeño traje de baño, su argolla desnuda y depilada lucía atrapante a los ojos, en segundos empezaba a cogerla, metiéndosela por completo hasta el fondo, Pamela gemía con sus ojos cerrados, sus grandes pechos se movían rítmicamente con los embates de Enrique, aunque aún permanecían cubiertos por la blanca camisa.
Estaba enceguecido, tomé esa camisa y casi se la arranco, los pequeños botones salieron despedidos por el aire, rebotando en la lejanía del lugar.
Sus pechos siliconados quedaron desnudos, grandes aureolas oscuras bordeaban dos pequeños pezones, duros como piedritas que respondieron creciendo en tamaño ante el estímulo de mis dedos.
Fui sobre su cabeza, apoyé el glande en sus labios, ella permanecía con los ojos cerrados, pero abrió la boca al sentir mi ...
... estímulo.
Mi verga se deslizó en su húmeda intimidad mientras mi socio la seguía cogiendo con fuerzas, fui empujando hasta donde ella me permitiera empujar, pero ella no ponía límites, solo parecía acomodar sus mandíbulas a mi miembro, sentí la punta ajustarse al pequeño diámetro de su garganta y ver como esta parecía ampliarse ante la entrada del intruso, la sensación era alucinante, al fin la línea de los bellos de mi pubis llegaron a su labios, empecé a meterla y sacarla suavemente en el interior, ella respiraba con esfuerzo por la nariz, estando atacada por ambos frentes.
En esos instantes Pamela no me dio la impresión de ser todo lo lesbiana que decía ser, más bien parecía una mujer salida de un convento, con la furia de la abstinencia, como un huracán, como un tornado. Ella tomó la iniciativa, ahora quería mi verga, me recosté el piso, sobre la mullida alfombra, con mi sexo ardiendo por ella, Pam, como la llamábamos vino sobre mí, con una pierna a cada lado se sentó sobre mi pija hasta comerla toda, la tomé por la pequeña cintura y nos movimos al unísono, veía el placer en su rostro, en sus ojos entreabiertos, en el jadeo de sus labios, en la respiración compulsiva. Sus enormes pechos se balanceaban como dos campanas, comía sus pezones, acariciaba sus formas, los hacía rozar contra mi propio pecho provocando en ella una dulce sensación.
Mi socio había quedado al margen, pero no tardaría mucho en romper nuestra intimidad, sus manos apretaron fuertemente a Pamela ...