1. De cómo me convirtieron en una putita (6)


    Fecha: 08/04/2018, Categorías: Infidelidad Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Eran las dos de la tarde cuando toqué el timbre del departamento 2, en la planta alta, ya excitado pensando en que tendría que estar desnudo ante esa vieja y hacerle de sirvienta. Además, no dejaba de intrigarme por qué había empezado a tenerme desnudo. Me era imposible no relacionar mi desnudez con algún propósito erótico de doña Lola, que me sorprendió en esos pensamientos cuando me franqueó la entrada al edificio.
    
    -Hola, sirvientita. –y su saludo hizo que mi pito comenzara a ponerse un poco duro.
    
    -Buenas tardes, doña Lola… -saludé y subimos por la escalera con ella detrás de mí. ¿Mirándome el culo?
    
    -Vamos, sacate la ropita y empezá a trabajar. Ya sabés lo que tenés que hacer.
    
    -Sí, doña Lola… -contesté sumisamente y empecé a desvestirme con ella mirándome y yo tratando de disimular mi temblor.
    
    Cuando estuve desnudo me dijo, imperativa: -Bueno, linda, ¡movete!...
    
    La miré, inquieto y excitado a la vez: -¿Li… linda?...
    
    -Sí. –confirmó ella envolviéndome de arriba a abajo en una mirada lenta. -¿acaso no sos linda?
    
    -Soy… soy un varón, doña Lola… ¡por favor!
    
    Ella emitió una risita burlona, me tomó de un brazo y sin dejar de reír me llevó al baño, en el que había un espejo de pie ante el cual me plantó: -Mirate, linda. –dijo y yo me miré.
    
    -Mirá esa cinturita que tenés… Mirá esas caderas… Los varones tiene caderas estrechas y mirá las tuyas, con esas curvas… -yo me sentía presa de una especie de embrujo e iba mirando cada parte de mi cuerpo que la vieja ...
    ... nombraba.
    
    -Mirate las piernas, linda… Buenos muslos, ¿eh?... no son musculosos… son suaves, igual que esa piel que tenés, linda…
    
    Yo me sentía perdido mentalmente, como si doña Lola hubiera ocupado mi cabeza.
    
    Me ordenó darme vuelta y ya de espaldas ante el espejo me dijo: -Y ese culo, linda… Mirate el culo… -y yo giré la cabeza por sobre mi hombro derecho y miré mis nalgas.
    
    -¿Te parace que es el culo de un varón, linda?... No, ¿cierto? es el culo de una chica, bien alto, redondo, carnoso… Lo entiendo a ese viejo, si yo tuviera pija también te la metería…
    
    -Por favor, doña Lola… Por favor… -supliqué con mi pito ya totalmente erecto y duro, excitadísimo y rendido por completo al morbo de esa vieja que, tal como presumía mi dueño, había resultado ser muy perversa.
    
    En ese momento apoyó sus manos en mis nalgas y yo me estremecí de pies a cabeza.
    
    Ya doña Lola se había apoderado de mi mente ocupándola por completo, impidiéndome pensar, resistirme a sus manejos. En ese momento, mientras ella sobaba mis nalgas supe que haría conmigo lo que quisiera, que yo era algo así como su esclavo.
    
    De pronto interrimpió el tocamiento, se apartó y me dijo: -No tengo pija pero igual te voy a coger, linda. Te voy a coger con los dedos y con alguna otra cosa. No sé cómo te llamás.
    
    -Jorge… -dije con un hilo de voz, estremecido de miedo y calentura.
    
    -Bueno, acá conmigo sos Jorgelina. Ahora a trabajar y después te voy a dar una buena cogida… ¡Vamos, movete!
    
    -Sí, doña Lola, ...
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