1. De cómo me convirtieron en una putita (6)


    Fecha: 08/04/2018, Categorías: Infidelidad Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo que usted diga… -murmuré y marché a cumplir con mi obligación de sirvienta alentado por lo que pasaría después.
    
    Doña Lola no dejó de vigilarme durante toda la tarea, señalándome algún error y obligándome a repetir el trabajo allí donde yo no lo había hecho bien. Eso me hizo recordar mi idea de cometer alguna falta grave, romper algo, por ejemplo, para ver si ella me castigaba pegándome, pero ante la promesa de que iba a cogerme, deseché ese plan.
    
    Por fin terminé todo el trabajo cuando ella estaba viendo televisión en el living.
    
    -Ya está todo listo, doña Lola.
    
    -Bueno, vamos para el baño. –y una vez allí ella abrió el botiquín y sacó un pote de crema y un envase desodorante de forma cónica, con la punta redondeada.
    
    -Mirá lo que vas a probar en el culito, Jorgelina. –dijo sonriendo perversamente y exhibiéndome el envase de desodorante. Era más chico que los penes de don Natalio y del señor Álvaro, pero yo estaba seguro de que igual iba a darme mucho placer.
    
    -Sí… sí, doña Lola, hágame lo que usted quiera… -dije sintiendo que de tan caliente me costaba respirar.
    
    Me puso de pie contra el lavatorio y ví cómo embadurnaba el pote con alguna crema que también se aplicó en dedos de su mano derecha.
    
    -Abrite las nalgas. –me ordenó y cuando lo hice sentí cómo sus dedos tanteaban mi orificio anal arrancándome gemidos de placer.
    
    Me metió primero un dedo y después otro mientras emitía una risita y yo no dejaba de gemir.
    
    Al cabo de un rato sacó sus dedos: ...
    ... -Preparate, Jorgelina… -me dijo y noté que lo que entraba en contacto con mi orificio era el pote, que poco después iba y venía dentro de mi culo en tanto mis piernas temblaban y yo gemía y jadeaba en el paroxismo del goce, porque el ano ya no me ardía.
    
    -Sos muy puta, Jorgelina… ¡Muy puta! –me decía doña Lola con la boca pegada a mi cuello. Yo refregaba mi pene contra el lavatorio y de pronto acabé con varios chorros de semen y en medio de un largo gemido.
    
    -¡¿Qué hiciste, desgraciada?! ¡¿Cómo te atreviste a terminar sin mi permiso?! –me gritó doña Lola.
    
    -Ay, pe… perdón, doña Lola… ¡Por favor! ¡por favor!...
    
    -¡¿Perdón?!... ¡Nada de perdón! ¡Ahora vas a saber cómo se paga semejante insolencia! –y tomándome de un brazo me llevó a su dormitorio y me hizo arrodillar contra uno de los costados de la cama.
    
    -¡Echate hacia adelante, puta insolente! –me gritó mientras abría una de las puertas del placard.
    
    Por sobre el hombro la vi venir hacia mí empuñando un cinturón doblado en dos y me estremecí entero, aterrorizado y expectante a la vez.
    
    Se inclinó hacia mí y me dijo junto a mi oído derecho, mordiendo las palabras: -Te voy a dejar el culo rojo como un tomate. –y empezó a pegarme y yo a sentir una mezcla rara de dolor y placer cada vez que el cinturón caía sobre mis nalgas.
    
    No sé cuántos azotes me dio, pero yo gemía a cada golpe y ella jadeaba. ¿La excitaría ezotarme? Yo creo que sí.
    
    Cuando la paliza terminó las nalgas me ardían y yo ardía de pies a cabeza, ...