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Yegua Domada (4)
Fecha: 13/04/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anabella, Fuente: CuentoRelatos
Mientras le acomodaba mis dedos en el ojete, a mamá se le caían algunos cuajarones de guasca de la argolla. Le saqué la mano de atrás un segundo y me la empapé en ese caldo formado por mi leche y sus fluidos; después se la puse delante de la cara y la embadurné, mientras le decía: -Sentí el vigor de tu macho. Esto es lo que pariste, yegua. Tuve que darle un suave cachetazo en la boca, porque no entendió lo que quería. -Lamelo –le dije con sequedad. Sacó la lengüita y lamió mis dedos uno por uno. Esperé a que terminara y volví a mi trabajo en su soberbio culo, cada vez más cebado y sintiendo que mi poronga estaba más dura que nunca, casi como si fuera a romper una madera. El agujero del orto, bastante cerrado por los años de estar fuera del laburo de puta, tenía un pálido color marrón, que iba cediendo de a poco a la presión de mis dedos, que ya eran tres. -¿Querés la chota por el culo, yegua? –le pregunté. -No, mi vida –me respondió-, tengo mucho miedo… -No dejaba de sollozar. -Bien, ¿pero sabés que te la voy a poner igual, ¿no? La vi mover su hermosa cabecita sobre la almohada. -Sí –asintió-. Porque sos el macho y hacés lo que querés. Me encantó ver que había entendido rápido las cosas. -Muy bien –le dije-. Repetilo. -Vos sos el macho acá; y yo me la aguanto –dijo, asintiendo con la cabeza sobre la almohada. -Bien… ¿Estás preparada? Pero no lo estaba. Apenas se dio cuenta de que la pija ya se le venía, empezó a menear la cabeza de ...
... nuevo, como una nena. De repente tuvo una idea. -¡Esperá, mi vida, por favor! En el baño tengo cremita… Sólo dejame que me ponga un poco, para aguantármela mejor; si no, la vas a hacer padecer mucho a mami. Sé buenito. Dudé un poco, pero después pensé que era lo mínimo que le podía permitir. Me aparté para dejarla levantarse, y ella salió de apuro para el baño. En el fondo, estaba contento de que nos entendiéramos mejor, y encendí un cigarrillo mientras la esperaba. Pero después de dos minutos me pareció que tardaba demasiado, así que le grité: ¡Apurate, mamá! No me respondió; paciente aún, dejé pasar dos minutos más, sin resultado; una desagradable sospecha se apoderó de mí; apagué el cigarrillo con saña y la fui a buscar. Toqué la puerta del baño con energía, preguntando: -¿Qué te pasa, Jazmín? ¿Tanto tardás en encremarte el orto? No me respondió; tanteé el picaporte y me di cuenta de que estaba con la llave puesta; entonces me convencí de lo que estaba pasando. Por fin, ella habló: -Andate –me dijo, seca y cortante. Por supuesto que yo estaba enojado, pero admito que el asunto me dejó una lección: no dejar una doma por la mitad. Entender esto me hizo tranquilizarme un poco. Sin embargo, quería darle una oportunidad a mami de ponerse solita en su lugar. Volví a tocar a la puerta, esta vez con golpes normales, y le dije: -Te conviene abrir la puerta, yegua. -No voy a abrir –me respondió. Se notaba que ya había recuperado el dominio de sí ...