MI BARRIO FUE UN AREN
Fecha: 15/04/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... y entonces Esther dijo Esther - Tus dedos me van a volver loca Susurró mordiéndose los labios. Métemela, Juan. Métemela ya. Juan - ¿Qué prisa tenemos? Le dije al oído. Hortensia se ha ido a su habitación y si se ha acostado y tenemos toda la noche por delante. Esther - Estoy muy cachonda confesó avergonzada Esther - Hace mucho que no tengo sexo. Juan - Vamos a la cama le dije, satisfecho con haber acertado en mis suposiciones. Juan – Pero quiero atarte las manos y vendarte los ojos. Su mirada se clavó en mí y me mostró la lucha interna de la mujer. Una parte de ella no quería ceder ante eso, pero otra parte, la parte con más fuerza en ese momento, estaba dispuesta a cualquier cosa con tal de conseguir un orgasmo. No me sorprendió cuando finalmente asintió y se rindió ante mí. Me condujo por el pasillo llevándome de la mano. En cuanto llegamos a su habitación me besó con ansia y trató de desabrocharme el cinturón con una mano, llevada por la lujuria. Con calma le devolví el beso, dejé que me bajase los pantalones y me senté en la cama. No tardó en meterse mi polla en la boca y comenzar a hacerme una mamada de infarto, sin saber que su propia hija me había comido la polla un rato antes. Sonriendo dejé que comiese hasta que se hartase, pero entonces vi algo que me hizo agarrar su cabeza del pelo para evitar que la levantase; solo entonces clave mis ojos en los dos lagos azules que nos miraban desde la puerta, lagos que reflejaban una gran excitación y una gran vergüenza. ...
... Rápidamente me quité la camiseta y la usé para vendarle los ojos a Esther, quien seguía comiendo polla mientras se metía los dedos en el coño. Entonces me quité el pantalón, liberé el cinturón y lo usé para atar las manos de la mujer a su espalda. Solo cuando estuvo así volví a mirar a Hortensia y le hice un gesto para que se acercase. Vestida solo con un tanga y una camiseta ajustada, obedeció de inmediato. Nos había estado espiando todo el tiempo. Con Hortensia junto a nosotros volví a agarrar por el pelo a Esther y la obligué a parar. Me esperaba una gran noche y tenía que reservarme, pues no quería correrme tan pronto. La hice ponerse de pie y solté el cinturón para liberar sus brazos. La tumbé entonces en la cama, pasé el cinturón por alrededor de uno de los barrotes del cabecero de la cama y volví a atarla, esta vez más fuerte que la anterior. Esther - Fóllame, Juan decía ella, fóllame. No puedo más. Me dirigí al fin a Hortensia y la obligué a ponerse de rodillas ante su madre. La joven me miró aterrorizada y negó con la cabeza, pero no sirvió de nada. Su voluntad me pertenecía. La agarré del pelo como había hecho con su madre momentos antes y le hundí la cara en el coño mojado que la había visto nacer. Esther - ¡Oh, sí, Juan! ¡Cómeme el coño! Dijo Esther. Esther - ¡Haré lo que quieras, pero haz que me corra! Su hija, reacia hasta ese momento, me miró con un brillo de excitación en sus ojos azules y comenzó a devorar el coño de su madre como si se hubiese tratado de mi propia ...