1. Nombre de ángel: Matías


    Fecha: 21/04/2018, Categorías: Transexuales Autor: Mewlen, Fuente: CuentoRelatos

    ... deseo...
    
    - Anda... relájate... déjame a mí.
    
    Me puso de espaldas y se montó en mí con toda lentitud, teniendo todo el tiempo del mundo para recorrer mi piel centímetro a centímetro. Usó sus manos para acariciar mi pecho mientras, con un movimiento ondulante, sus caderas amenazaban con arrancar cualquier brizna de cordura de mi cabeza. Sentí como con su coño iba mojando mi polla y esta volvía lentamente a la vida, como si aquella humedad fueran gotas de rocío llegando a aliviar la sed de mi verga. Disfruté durante unos minutos de su cara, de sus ojos cerrados que se concentraban en el placer que volvía a despertar también en ella, y me sentí el hombre más afortunado del mundo. Tenía ante mí a una ninfa, una hurí, una venus que gemía a mi ritmo y mascullaba mi nombre. Llevé mis manos a sus pezones y los acaricié mientras amasaba suavemente sus tetas. Abrió los ojos al sentir el contacto de mi piel y levantó las caderas, invitándome a entrar en ella.
    
    Aún no estaba del todo erecto, así que no me costó trabajo invadirla. Nuestros cuerpos se amoldaron a la perfección, esta vez sin ninguna resistencia. Fue Susana quien impuso esta vez el ritmo de las acometidas, de tal forma que, cuando quise tomar el control, dio un fuerte apretón con sus músculos, haciéndome casi venirme.
    
    La miré a sus hermosos ojos y me encantó la sonrisa que vi reflejada en ellos. Se estaba portando como una niña traviesa y lo estaba disfrutando. El morbo y la calentura comenzaban a subir por mi ...
    ... vientre y ella no estaba dispuesta a dejarme hacer lo que yo quisiera. Siguió subiendo y bajando a su ritmo, marcando con sus gemidos cada oportunidad que su excitación aumentaba un grado más. Pude sentir como su exquisita vagina comenzaba a apretar mi polla rítmicamente cuando alcanzó el clímax, haciéndola estremecer mientras se inclinaba para besarme, pero Susana no bajó las revoluciones en su ataque. Ya a punto de alcanzar el orgasmo acabé por rendirme a aquella niña viciosa y dejarla hacer lo que quisiera conmigo. Lo había hecho ya con mi vida; que lo hiciera con mi cuerpo no sería más que un detalle.
    
    Volví a amasar suavemente sus pechos mientras ella se tomaba un respiro, moviéndose hacia adelante y hacia atrás, provocando que la penetración de mi verga fuera bastante corta, pero muy placentera. Se detuvo un momento por completo y pareció acomodar su vagina perfectamente sobre mi pene. Me miró aún más deseosa y comenzó a castigar mi miembro con las más deliciosamente placenteras acometidas. Subía su pelvis hasta casi sacarse mi tranca y luego bajaba de un solo envión hasta hacer chocar nuestras entrepiernas con una violencia casi dolorosa. Los sonidos del impacto de nuestras carnes se me antojaban casi como nalgadas. Sentía escurrir sus fluidos por mis bolas y comenzaba a alcanzar cotas de excitación que jamás soñé posibles hasta ese momento. Debí separar las piernas un poco para dar espacio a mis testículos, que empezaban a maltratarse un poco; jamás soñaría con ...
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