1. Nombre de ángel: Matías


    Fecha: 21/04/2018, Categorías: Transexuales Autor: Mewlen, Fuente: CuentoRelatos

    ... interrumpir tan exquisito castigo sobre mi sexo.
    
    La dejé volar libre.
    
    Separé mis manos de sus tetas y la tomé de las manos, entrelazando nuestros dedos. Me usó de punto de apoyo para dar aún más ímpetu a sus acometidas mientras yo, presa de la locura de ver bailar y rebotar sus preciosos pechos, simplemente me contentaba con gemir su nombre. Hubiera deseado alcanzar otro orgasmo juntos, pero su imagen pudo más en mi mente y me comencé a venir como si fuera la primera vez de la noche. Susana siguió rebotando sobre mí, al parecer totalmente abstraída de que yo hubiera acabado dentro de ella. Pasaron unos segundos y, cuando ya empezaba a notar la baja de volumen de mi verga, Susana se corrió tan estruendosamente que temí haberle hecho daño.
    
    - Dios, sí, ¡sí!, ¡¡SI!!... mátame Matías... ¡me vengo!... ¡clávame, mi vida!... ¡mete tu leche bien adentro!... hazme un hijo... por Dios Matías, mi amor... ¡¡¡MATIAS!!!... ¡¡¡ME CORRO!!!
    
    Quedó casi desmayada sobre mí. Yo, por mi parte, hubiera deseado tener la verga de hierro en ese momento. Había acabado en ella, dentro, profundo, pero estaba tan excitado por su actuar que de buena gana continué moviendo mis caderas como intentando continuar con la clavada. Solté sus manos y volví a ponerme encima de ella, esta vez ya loco de pasión y deseo y sin ningún tipo de tapujo.
    
    - ¿Así que quieres un hijo?... pues bien, Susana... tus deseos son órdenes.
    
    Honestamente, no recuerdo mucho después de aquello. Estoy consciente de que ...
    ... no tardé mucho en recuperarme y de que en aquellos minutos de espera la recorrí entera con mi lengua, disfrutando en particular cada uno de sus jadeos y grabando en mi memoria cada zona erógena que descubría en su cuerpo. La reacción que me entregó cuando amagué a meter mi lengua en su ano fue tan erótica que bastó para hacerme terminar de levantar mi polla nuevamente. La tomé por las caderas y hundí mi pene en su concha desde atrás, arrancándole una serie de gemidos que no hizo más que aumentar mi libido. Susana por su parte no parecía estar molesta por mi violencia. Levantó su culo en pompa y giró su cabeza todo lo posible para verme. Cuando cruzamos miradas me lanzó un beso y me sonrió de forma tan obscena que no pude más que lanzarme tras el clímax a toda carrera. A esas alturas el único sonido que salía de nuestras gargantas eran gemidos casi guturales que sólo servían para indicarle al otro que tanto estaba disfrutando aquel encuentro. Cuando sentí que mi verga comenzaba a avisarme del orgasmo llevé mis dedos a su clítoris, buscando estimularla para alcanzar otro clímax simultáneo. No, el placer mutuo no es una ciencia exacta, pero con el tiempo he ido aprendiendo a darle lo que ella quiere, simplemente interpretando su lenguaje corporal. En ese momento, sin embargo, nuestros cuerpos recién comenzaban a conocerse, así que no pude identificar las señales que hoy por hoy me son totalmente obvias.
    
    Comenzó a venirse de forma distinta, más continua... no supe explicarlo ...
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