1. Cuñada despechada, cuñada garchada


    Fecha: 16/07/2017, Categorías: Incesto Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... de gozarla.
    
    Volteó, sentada, piernas abiertas, me regala la escena de ver salir mi semen del latente chocho. Acerqué la pija a su boca, rescata el semen, broche final de una gran cogida.
    
    Durante el resto de los días tuvimos oportunidad de repetirlo un par de veces, llegado el día del regreso al hogar conyugal me ofrecía a llevarla a la terminal, en el viaje me comentó que había mentido en el horario de salida, que estábamos saliendo con cuatro horas de antelación.
    
    —Es que necesitaba estar contigo, me siento en deuda, por tanto antes de irme necesitaba un momento de intimidad. Llévame al hotel, necesito ser tuya por unas horas antes de volver al mundo real.
    
    En pocos minutos estábamos entrando al hotel, tiempo extra que Mabel necesitaba regalarme, agradecía por ser la llave que avió el acceso a su fantasía, responder sin inhibiciones, sintió en su carne algo distinto, la vehemencia de la pasión, más viva, más intenso, concentrando sus sentidos en la acción y reacción del cuerpo, sin obligaciones le otorgan un plus en la entrega absoluta al placer, que yo resumía todo eso
    
    Striptease delicioso, la riqueza erótica solo disimula en ínfimos retazos de encaje, dos mínimos simulan contener erectos pezones buscando atravesarlos, la brevedad del triángulo sostenido por tres hilos casi invisibles cubrían el sexo. Menearse tocándose para excitarme, gracia para desprenderse del “tetero” arrojándomelo, sobarse el vello púbico, descorriendo el velo para revelar la húmeda ...
    ... calentura del sexo.
    
    Desprende del remedo de tanga, previo frotamiento en la vulva, refriega en mi cara para llenarme de su íntimo sabor a hembra, gira, mueve, despliega la gracia de su desnudez provocando al macho a poseerla.
    
    Tendida sobre el lecho, tendida de espaldas, piernas abiertas, elevadas, sostenidas de los muslos para obsequiarme esa parte de sí que me obsesiona, su ano. No quiere perderse un solo gesto, una sola expresión del hombre que colonizó su erotismo, que ganó por derecho propio ser el primero en hollar ese sitio virgen.
    
    —¡Este es tu regalo! Pero… la tienes muy gorda, sé que dolerá, necesito llevarme los latidos de tu presencia dentro de mí. Suave…
    
    Con hambre de lobo besé, lamí y comí como nunca antes un ano, entregado necesitaba de cariños, se relajó sumando una nueva experiencia nueva y fuerte. Su cuerpo se arquea y ondula, acompaña las sensaciones producidas por precisas y efectivas lamidas, profería gemidos y palabras casi inaudibles, propias de cuando una mujer comienza a estar confundida emocionalmente.
    
    Tomé un poco de crema de la cartera de Mabel, lo mínimo no quería perderme el placer de sentir la deliciosa fricción, sobre todo en su primera vez. La penetré con fuerza pero con suavidad, jugando un poco hasta entrarle toda la cabeza, luego envión y todo el resto. Breve pausa, “amigarse” con el intruso, el bombeo vehemente le dejó la zona bien enrojecida.
    
    Tendida, tocándoselo, calmando el ardor de la penetración y los latidos por la ...
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