1. La tentadora oferta


    Fecha: 21/04/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... hubiera creado un vacío en su intestino.
    
    - ¿Qué hacemos? -, preguntó Ramón algo preocupado. Ana simplemente se rió.
    
    - ¡Nos quedamos pegados como perros!, dijo ella.
    
    Al final, la incomodidad de la situación hizo que el pene de Ramón comenzara a perder su rigidez. El comenzó a tirar lentamente, y mientras ella empujaba, lograron desconectarse finalmente, al tiempo que una gran cantidad de semen salía por el culo de Ana.
    
    - ¡Aaahhh!, -dijo Ana al caer exhausta sobre la cama, - ¡que susto! – . Ramón se sentó junto a ella y empezó a acariciar sus bellas nalgas.
    
    Ambos se rieron a carcajadas del misterioso incidente, bromeando sobre qué hubiera pasado si hubieran tenido que pedir ayuda.
    
    - ¿Te gustó, preciosa? -, preguntó finalmente Ramón, al tiempo que le daba suaves nalgadas.
    
    - ¡Me fascinó! -, contestó entusiasmada… ¡me encantó que nos quedáramos pegados! -, agregó ella, mientras él asentaba con su cabeza, sin dejar de acariciarla.
    
    Ana se volteó hacia su nuevo amante, e incorporándose, se agachó para lamer su pene una última vez. – Así hace la perra con el perro cuando por fin se despegan -, dijo sensualmente, mientras empezaba a juguetear con su lengua el húmedo glande, lamiendo restos de semen, notando en la parte inferior restos de sus ...
    ... excrementos.
    
    - ¡Ups! -, dijo ella incorporándose. Se paró y fue al baño por un poco de papel higiénico.
    
    - ¿Qué no te los vas a comer? -, preguntó Ramón. – Me da la impresión que te encantan -, agregó.
    
    Ana sonrió y se sonrojó un poco.
    
    - Es que… - empezó, - hay restos de mi caquita en tu vergota -, le dijo, al tiempo que limpió con el papel su aún semi-erecto pene. Hizo bola el papel, y lo arrojó a la alfombra.
    
    Ramón se carcajeó. - ¿O sea que me cagaste el palo? -, preguntó.
    
    - Si, pero poquito -, contestó ella al tiempo que plantó un beso más en su boca.
    
    Vieron el reloj. Su tórrida aventura duró poco más de una hora. Ramón tenía que ir a su casa y volver. Mientras se vistió, ella lo observó desnuda.
    
    - Vete en mi carro -, ofreció Ana, - así no te tardarás mucho -, le dijo. – Yo iré en el de Eduardo por los niños -, agregó.
    
    Ramón salió. Ella lo acompañó desnuda hasta la puerta. Le dio otro beso, y le dijo: - te espero, pero no podemos dormir juntos -.
    
    Ana regresó a su recamara extremadamente satisfecha, pero pensante en su infidelidad. Ya vería mañana al cumplir su primer día como amante de un albañil como negociaría su silencio.
    
    Se bañó de nuevo, y se recostó a esperar la hora de ir por los niños, mientras pensaba en Ramón y acariciaba sus labios vaginales. 
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