Historia del chip 008 - El concierto - Kim 005
Fecha: 22/04/2018,
Categorías:
Primera Vez
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... sintiendo como el vestido no llegaba a cubrir del todo las nalgas. No había llegado a comprender hasta ese instante lo diabólico que era el diseño de ese vestido. Por otra parte, la verga erecta que sentía entre sus piernas eran un buen afrodisíaco. Roger intentó por unos momentos tirar del vestido hacia abajo, tratando infructuosamente de cubrir las nalgas relucientes y elevadas de su amante. No lo intentó una segunda vez. Kim le susurró que lo dejase.
—Prefiero la humillación de mostrarlas a la humillación de que sientan que estoy incómoda.
Roger asintió. No se trataba de desnudez. Había alguna que otra mujer bailando desnuda o con un vestido trasparente. Y sabía que Kim no tenía problemas de ir a una playa nudista o llevar sólo un tanga en la playa. Le susurró: “Me gusta que esté así, al descubierto. Adoro el vestido. Te adoro a ti.”
Kim no había escuchado hasta ahora unas palabras tan aduladoras de nadie. En toda su vida. Como respuesta, agitó las caderas, lo que sirvió para ayudar a subir el tejido un poco más. Se quedaron así un par de canciones. Conectando la respiración. Cuando separaron sus cuerpos fue Roger el que, en un gesto ya común, le acarició los senos antes de bajarle el vestido, primero por arriba y luego por abajo. A todos los efectos, Kim había estado bailando desnuda.
A Kim le extrañó que la gente no se hubiera arremolinado. Tuvo una cierta decepción. Como si su pequeña gran exhibición debiera haber parado el mundo y creyó entrever cierta ...
... envidia en algunos de los hombres. Por otra parte, entendió que manifestaciones así eran algo corrientes en ese lugar.
—¿Me traes algo de beber... amor? — le pidió a Roger que fue presto a buscarle un Fra Angélico, su bebida favorita. Pero en vez de entregársela, le indicó unas banquetas altas del bar. Kim, que deseaba sentarse, no sabía cómo iba a poder hacerlo con ese vestido. Roger tenía sus propias ideas.
—Levántatelo y mira hacia mí.
Kim enrojeció de pensarlo, asumiendo que no tenía más remedio. Giró levemente la banqueta antes de levantarse la prenda y volver a mostrar el redondo culo que aplastó el asiento. No juntó las rodillas. Era consciente de que la raja desnuda entre sus piernas sería el centro de atención. Necesitada de una postura menos forzada bajó la pierna izquierda, extendiéndola al máximo y apoyándola exclusivamente con los dedos de los pies, el alto tacón flotando. La ventaja es que ocultaba su vagina al mundo, salvo a Roger o al barman, que por suerte no andaba por ahí. Con la otra pierna más elevada y abierta, la invitación era flagrante.
Roger le entregó la bebida, admirado por el aplomo de su acompañante. Kim se sintió en la gloria, pudiendo contemplar por fin al verdadero Roger. No estaba ansioso, sino complacido. La eterna desnudez de Kim sólo era un reflejo del anhelo del amante, de su necesidad de contemplarla, de poseerla. Era el ambiente distendido, el señuelo del baile, la excusa del concierto. Kim cayó en la cuenta de que faltaba mucha ...