1. El Baldío y El Mirador. 8ª parte.


    Fecha: 22/04/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: sexigaleno, Fuente: SexoSinTabues

    “Breves e intensos fragmentos de mi adolescencia” Siguen mis recuerdos como un calmado afluente que se descarga en el océano de mi pluma y que me hace plasmar pausadamente palabras, que por un momento de mi vida quedaron varadas, cual velero atracado en un muelle por décadas; sigo la continuación propia de la manera siguiente: Mi vida “en pareja” continuaba con mi Jenny, ella ya había cumplido sus doce añitos y le hice una pequeña reunión con sus amigas obvio las cuatro “diablillas”, que siempre estaban juntas, le compré un pastel, una gelatina artística que me hizo la dueña del edificio donde vivíamos en la azotea, para mi nena y demás cosas para llenar un platillo desechable y degustáramos los seis en el cuarto, obvio los regalitos de cada una a mi nena la hacían feliz en ese momento, yo igual haciendo un esfuerzo le compre un walkman de esos que se usaban con casetes y se colocaban en la cintura con sus audífonos, después de esa pequeña reunión de cumpleaños, despedimos a las demás nenas y mi Jenny ya a solas me fue mostrando sus regalos, entre todos había un labial, un maquillaje, un conjunto de brasier con bikini rosita pastel y en el último unos casetes de música hawaiana, los cuales rápidamente escuchaba en esa grabadora que a la cintura se ajustó mi Jenny, quien estaba feliz escuchando música, cuando el sueño la venció en la cama, por lo que le quité los audífonos apagando el aparato y la cubrí, yo igual me recosté a su lado y caí profundamente dormido pensando en ...
    ... la fecha en que los padres de Jaqueline se irían a Argentina y ponernos de acuerdo entre ellas y yo, del día que nos encontraríamos en esa mansión. Se llegó el siguiente fin de semana y cómo siempre las cuatro “diablillas” llegaron a ver a mi Jenny, que ya las esperaba lista con su atuendo, para ensayar con Jaqueline “la barbi”, por lo que me salí para que ellas tuvieran más privacidad con lo que hacían, y para qué enseguida Miriam me alcanzará donde estaba leyendo una revista de esos tiempos de box y lucha, ya que también soy muy aficionado a esos deportes y en su momento de mi juventud entrené en un gran gimnasio de lucha libre al lado de los ídolos de esos tiempos de la década de los 80’s, quienes me enseñaron el arte del pancracio, pero yo nunca subí a una lucha con público, ya que pagaban muy poco por darte y llevarte tus buenos madrazos en el ring; bien me salí un poco de lo importante, pero lo retomo nuevamente. Deje mi lectura de la revista a un lado poniendo atención a lo que Miriam me decía, que el martes próximo se irían los papás de Jaqueline y que el miércoles querían que las viera ahí, por lo que acepté esa invitación y pensando, ¿qué haría con las cuatro mini mujercitas en la soledad de esa casona?, por lo que mientras platicábamos, cómo iba yo a entrar en esa casa y los detalles, para que los vecinos no sospecharan de mí y me fueran a confundir con algún delincuente o algo así, pero a la vez me sentía excitado por pensar en las acciones que se desarrollarían ...
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