1. Experiencias en El Seminario


    Fecha: 30/04/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... mucho, así como de cucharita. Yo no encontraba más cama para recorrerme, y la verdad me gustaba esa sensación. Ramiro terminó por repegarme su enorme bulto en mis nalgas. Yo creo que se dio cuenta que empecé a temblar, porque me dijo al oído: “No te preocupes, me fijé como me veías en el baño. Te voy a dar un regalito”. Y empezó a besarme el cuello. Sus brazos me abrazaron. Yo me sentía en la gloria por tener ese cuerpo tan pegado a mí. Sus caderas empezaron un movimiento de vaivén, como si quisiera penetrarme con la ropa interior puesta. Yo no pude más y pasé mi mano hacia atrás para tocar su miembro. Casi me da un infarto cuando toqué esa enorme verga. Tan grande y tan gruesa. Él se bajó la trusa y me bajó el bóxer y me empezó a rozar con su pene las nalgas. Me volteé y le dije que nunca lo había hecho con un hombre, así que sólo me dijo “necesita lubricante” y me empezó a bajar hasta su miembro y me lo metió en la boca. Yo no podía abrir tanto mi boca para que cupiera ese pedazo de carne. Y seguramente empecé a hacer mucho ruido, porque los de la otra cama empezaron a chistar para que nos calláramos. Entonces me detuve, me subí los bóxers y me salí al patio. Ramiro me siguió y afuera, sin decirnos nada, seguimos con lo que habíamos dejado pendiente. Su miembro era delicioso, era exageradamente limpio. Mientras lo chupaba, yo de rodillas y él de pie, traté de meterle un dedo un su culito, pero brincó y me dijo “no te equivoques, aquí la puta eres tú”. Me levantó y me puso ...
    ... de perrito en una banca de cemento. Se agachó sólo para echarme saliva en el ano y luego se escupió en su verga y me la dejó ir. Yo no grité, más bien jalé aire y él me tapó la boca. Empezó a bombear mi culo y yo a chupar sus dedos. Con la otra mano me agarró del cabello y me jalaba con cada embestida. Yo no sabía si era dolor, placer o qué sentía, pero me gustaba. Así me tuvo un rato, luego me la sacó y me acostó en la banca. Me abrió las piernas y otra vez me embistió. Yo lo tenía de frente, y él me miraba con lujuria. Mientras me la metía una y otra vez, me besaba el cuello y me decía cosas como “¿verdad que te gusta, puta? ¿La quieres bien adentro? Ese culito ya es mío” Yo sólo decía que sí a todo lo que él me decía. Era increíble sentir ese enorme pedazo de carne dentro de mí. Sentía como si me fuera a partir en dos. Él estaba muy caliente y yo también. De repente, me la sacó, se acercó y me la metió en la boca. Inmediatamente sentí los chorros de semen en mi garganta. Yo creo que tenía un buen rato si jalársela, porque casi me atraganto con tal cantidad de semen. No lo pude contener todo, y su leche me escurría por la boca. Él tenía los ojos en blanco del placer. Cuando terminó y sacó su verga de mi boca, yo iba a escupir su leche y me dijo con voz muy seria: “No m’ijito, ora te los tragas”. Y no tuve otra opción que obedecer. Al principio como que me dio asco, pero a todo se acostumbra uno y me los tragué. Lo que me había escurrido, lo agarró con sus dedos y se lo metió ...